La cita clásica de Moraña se celebró sin comida popular y con menos alegría que en todos los 50 años de su historia
Al llegar al centro urbano de Santa Lucía, en el municipio pontevedrés de Moraña, casi no olía a cordero asado. La falta de ese característico olor que cada último domingo de julio lo inunda todo, sumada a la facilidad para aparcar, da pistas de lo que pasa. Hasta el leirapárking situado frente a la Casa da Cultura está inoperativo. Y es que este año el covid-19 hizo que la 51 edición de la Festa do Carneiro ao Espeto no fuera una más, sino una de asar para llevar a casa. El Concello optó por mantener la cita, pero sin la multitudinaria comida popular de la carballeira y con muchas restricciones que vigilaban voluntarios de Protección Civil.
Mientras el cómico Touriñán alababa las maravillas del carneiro en una carballeira con sillas —sobre la una del mediodía quedaban algunas vacías—, muy cerca, en una de las mejores sombras de un chiringuito, había quien ya le daba al churrasco en familia. Manuel García y su mujer, Mari Carmen Ameal, viven en Ginebra (Suiza), pero son de los que todos los veranos disfrutan del ambiente de la fiesta. «Queriamos ver a festa, que este ano é moi especial, falta de todo», cuentan. Manuel comenta que «impacta» ver la calle principal sin puestos y casi vacía. Mari Carmen asiente, pero subraya que todo el mundo, los jóvenes también, tienen que cooperar para vencer al maldito virus.
Ese carneiro que dice Touriñán que abraza al local y al visitante se asa bien cerquita, en la explanada del rehabilitado Multiusos. Este año solo 50 corderos, frente a los 250 de anteriores citas, recuerda Bea, integrante del equipo de asadores. Hay quien reservó el lote entero y está esperando para llevárselo a casa ya troceado en su coche, y quien se quedó con el medio lote. Es el caso de Gonzalo Negreiro y Ana María Martiñán, de Barro, que degustarán el carneiro con un grupo de amigos. Son ocho y por eso reservaron medio lote, ya que el entero está diseñado para que veinte comensales no se queden con hambre. A Gonzalo y a Ana María les parece «perfecta» la alternativa diseñada para que se pudiera celebrar la fiesta, aunque apuntan que el ambiente está «triste» y que «falta alegría na xente». Las peñas que dan colorido al Carneiro están, pero con menos aglomeraciones y barullo que otras veces.
En un puesto de rosquillas y de otras chucherías, una mujer atiende a cuentagotas. Se le pregunta y cuenta que lleva treinta años viniendo al Carneiro: «Había que vir igual porque senon non ven ninguén». Ella pide 4 euros por un paquete de rosquillas y el cliente le ofrece 3. Le dice que 3,50 y quedan sin vender. Prefiere que no aparezca su nombre, pero con esa sabiduría que dan los años deja una reflexión. «Non é que compense ou non. Fago festas nas que non saco nin para o gasoil. Pero a esta había que vir». Nunca pensó Laurentino Castro Piñeiro, el alcalde que creó la fiesta en 1970, que la cambiaría una pandemia.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/alsol/2020/07/26/carneiro-ao-espeto-solo-llevar/00031595778002971297169.htm#
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