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jueves, 21 de julio de 2022

Solo en familia se logran unos huevos así: la historia de la Granja Alire

Fernando Lorenzo sujetando a una de sus gallinas junto su hija Irene
Fernando Lorenzo sujetando a una de sus gallinas junto su hija Irene MARIA ARAGON

Se trata de un negocio de proximidad, ubicado en Perdecanai (Barro) con más de 300 animales y un producto diferenciado

En el 2015 llegó el canario Fernando Lorenzo Echevarría a Galicia, arrastrado por el amor de una marinense. Su mujer, Alicia Nores, siempre tuvo la idea: «Si tenemos hijos los tenemos que criar en un entorno familiar, en un entorno tranquilo», y él, que tras vivir 11 años en Madrid añoraba el campo de La Palma, «porque mi padre es agricultor de plátanos», llegaron a Galicia y empezaron a construir lo que ahora es la Granja Alire. «El primer día que llegamos a Galicia yo ya compré gallinas, y así empezó todo».

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Compagina su trabajo de enfermero con su hobby de granjero. Al principio tenía a sus gallinas en Estribela, pero desde enero montó una granja artesanal en Perdecanai, en el Concello de Barro, con un total de 300 animales: «Cada animal que hay aquí tiene un papel», y entre todos se encuentran una perra mastín, dos crías de gatos, ocas, ovejas y, lo más importante, las gallinas. Todas de razas autóctonas. Para poder montar esta granja artesanal tuvo que aumentar sus horas de trabajo haciendo extras en donde fuera necesario.

Toda la burocracia la llevó su mujer: «Si no es por Alicia, yo no podría haber hecho esto», comenta Fernando. «Esto es un proyecto sostenible, donde quiero sacar un producto diferenciado». No puede vivir de ello y lo compagina con su trabajo, pero como él declara: «Es un hobby y, aún más, una forma de pensar».

Sus huevos solo se venden en Pontevedra: «Si no, rompo mi ley, quiero ser un producto de cercanía». Fernando asegura: «Yo vendo huevos al entorno, es una granja sostenible».

Sus hijas, Irene y Alba, le dan vida a los animales que tienen en casa. Fernando es el que mantiene la granja, pero tiene claro qué quiere. «Esto es de la familia, si no me ayudasen, esto no tendría sentido, esto es para que mis hijas vean los animales crecer, como me crie yo». «Es una forma de pensar, de vivir, la finalidad nos da igual».

«Los animales que ves aquí, nacieron aquí, y sus padres están aquí», comentó Fernando mientras enseña unos 50 pollitos que tiene en uno de sus habitáculos. La granja se divide en cuatro de unos 20 metros cuadrados. En uno de ellos hay capones, que está preparando para vender en Navidad. En otro de los habitáculos, están las gallinas de las diferentes razas: la Castellana Negra, el Iborno, la gallina del Prat o, como no, la gallina de Mos: la gallina gallega. Todas razas autóctonas y antiguas.

 Censo a nivel europeo

Todos los animales están en regla veterinaria, él los castra y un veterinario les hace un seguimiento. También están censadas a nivel europeo. Uno de sus objetivos es sin duda: «Conservar razas antiguas que la gente desecha porque no son productivas». Poco a poco espera tener más animales. Quiere tener todas las gallinas que se puedan tener a nivel legal: «Que no son muchas». También quiere tener miel y que las niñas «sepan lo que cuestan las cosas».

La comercialización no es fácil, pues el precio de sus huevos es más alto, ya que sus gallinas están criadas de manera diferente. Tuvo que bajarlo, para poder venderlos y obtener un beneficio. La venta empezó en redes sociales, concretamente en Instagram, y, también, yendo a puertas de dos tiendas de Pontevedra que venden productos locales. Así, no se puede dudar que sus huevos, cada uno de un color, tienen un sabor diferente y una etiqueta de ecológico y sostenible que los diferencia. Este enfermero apasionado de los animales no duda que sus aves y sus huevos son distintos y los recomienda. «Unos huevos como estos no los vais a ver en ningún lado». Así, para poder contactar con él se puede llamar al 682 70 45 58; por instagram, @alire.granja; o en las fruterías de Pontevedra: Aleixa y Ponteverde.

La alimentación de las gallinas

«Queremos que salga un huevo que respete todo, que respete el entorno, que la gallina coma lo que quiera, hierba, cereales enteros...». Las gallinas no comen pienso, sino, cereales enteros, y eso hace que sus huevos tengan, sin duda, una etiqueta de calidad, sostenibilidad y un sabor diferente.

Además, de una alimentación distinta de las gallinas industriales, sus animales duermen donde quieren, incluso en los árboles que están fuera. Criarse en un entorno natural, comer una comida diferente... da a los huevos Alire la calidad.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2022/07/21/solo-familia-logran-huevos/0003_202207P21C8991.htm


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