Cuatro teléfonos encriptados permiten asociar a la organización gallega en tierra, libre desde junio, con el buque que transportaba el alijo
La Audiencia Provincial de Pontevedra dinamitó en junio los cimientos procesales de la operación Pantín-Donky al ordenar la libertad de sus doce investigados en tierra. Los arrestaron el 26 de abril del año pasado, y, a las pocas horas, ingresaron en prisión acusados de organizar la descarga frustrada de los 3.824 kilos de cocaína del buque Karar. Todos menos uno, el considerado líder: Juan Carlos Santórum, que logró escapar de la policía, apostada en la misma puerta de su casa. La Audiencia Provincial, en respuesta a recursos de las defensas, reprochó a la instructora (del juzgado número 3 de Vigo) su vaga argumentación al vincular el buque preñado de cocaína con los gallegos y su flota de planeadoras. El único hilo incriminatorio válido para que la causa acabe en una condena. Ahora, con la investigación policial encauzada, los vínculos se estrechan.
Dicho hilo, en primavera, se apuntalaba principalmente en dos teléfonos encriptados. Uno con prefijo portugués, y otro español, que se comunicaron el 27 de marzo a las 18.07 horas. El desconocido usuario del primero hablaba con acento sudamericano y se le atribuye el control de la singladura transoceánica del Karar. Él llamó al número español, propiedad de Fidel Fernández, colaborador de Santórum y presunto responsable de acondicionar su flota de planeadoras. Los preparativos para recibir los 133 millones de euros en cocaína habrían motivado esta comunicación, interceptada por el Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (GRECO) en Galicia de la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria en Galicia.
La siguiente gran novedad del caso llegó el 10 de junio. Se arrestó en Madrid a P. S. V., funcionario de Vigilancia Aduanera en Vilagarcía, y a su mujer. La investigación los detuvo justo después de que el ciudadano colombiano René Robledo introdujera en el coche del aduanero una bolsa con 368.000 euros. A P. S. V., inicialmente, se le dio un rol de soplón a sueldo de Santórum u otras organizaciones criminales gallegas. De ahí su constatado, por la Agencia Tributaria, disparado nivel de vida. Solo entre el 2018 y el 2019 aportó 125.000 euros mediante ingresos en efectivo en una cuenta compartida con su mujer, cuando su sueldo anual no supera los 34.000 anuales. Este aduanero ya había sido investigado en cinco causas de narcotráfico, sin prosperar ninguna, entre el 2010 y el 2016.
Luego llegaron los registros. Primero se entró en la vivienda de la que el colombiano Robledo salió con la bolsa negra repleta de billetes en Madrid. Dentro, seis kilos de coca, medio de sustancia de corte y un teléfono satelital. Ya en la vivienda de P. S. V. y su mujer, en Renza (Vilagarcía), el registro fue aún más fructífero. Un chalé de grandes dimensiones donde se hallaron trece tarjetas para teléfonos encriptados, tres teléfonos encriptados, uno satelital y varios convencionales.También más de cien pares de zapatos propiedad de la esposa del aduanero, profesora e igualmente imputada. A mayores, abundante documentación confidencial que compromete al menos a un segundo funcionario de Vigilancia Aduanera, en Vigo, de mayor rango y al que se sigue la pista muy de cerca.
Los teléfonos confiscados a P. S. V. y a Robledo, en sendos registros, redefinen las posiciones de ambos dentro del clan Santórum. Dos actores inicialmente secundarios que se volvieron protagonistas. El primero pasó de ser policialmente un mero correo, «que aprovechaba su condición de aduanero para desplazarse sin levantar sospechas, a la persona de confianza enviada para recoger los beneficios de la droga en España». También sería responsable de las comunicaciones y de las relaciones con los proveedores colombianos en Madrid. Ese papel se atribuye a René Robledo, que a ojos de la investigación pasó de vender kilos de coca desde la capital a representante de la organización colombiana que envió las 3,8 toneladas en el Karar. También sería «responsable de la comunicación con los barcos de Sudamérica».
Hilo de llamadas
De ahí que los teléfonos confiscados a él y a P. S. V. refuercen, ya con sus roles fijados, el vínculo entre la organización de Santórum y la cocaína del Karar. Cordón umbilical de la causa. La investigación revela que el celular de Robledo recibió el 21 de abril -cuatro días antes del abordaje del Karar- una llamada del número de teléfono portugués que velaba por la singladura transoceánica del buque. El mismo número que ya había contactado, el 6 de marzo, con Fidel Fernández, ese colaborador de Santórum, y el mismo número tras el que se escondía una voz masculina con acento de Sudamérica imposible de identificar.
Ya el último vínculo tecnológico hay que buscarlo en el teléfono satelital requisado en la casa del aduanero en Vilagarcía. Su análisis descubrió que, el 6 de marzo, recibió una llamada desde el móvil de Robledo, que casualmente son de la misma marca y modelo. La tesis policial atornilla en estos cuatros teléfonos, y las tres comunicaciones citadas, el andamiaje incriminatorio para blindar la causa: siga en Vigo o se vaya a la Audiencia Nacional.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2021/01/15/nuevas-pruebas-vinculan-santorum-3824-kilos-coca-karara-juicio-cabecillas-red-nacional-falsificacion-ropa/0003_202101G15P12991.htm
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