El Arzobispado insta a las dos mujeres a dejar
el pazo en el que se dedican, desde el año 99, a bordar casullas y
ayudar a las parroquias locales
Polémica en Barro con la decisión del Arzobispado de solicitar a las dos religiosas de las Misioneras de la Fraternidad, agrupación formada en los años 90 en un pazo de Porráns, que desalojen la vivienda
en la que han desarrollado su labor de oración, apoyo a las parroquias y
recuperación de la citada casa durante las últimas décadas.
La casa, un pazo y la finca que lo rodea habían sido donados a la Iglesia
en torno a los años 40 del siglo pasado, aunque con el tiempo tanto la
capilla como la construcción habían caído en desuso. A finales de los
años 90 la vivienda fue solicitada por el entonces párroco de Arcos y
Briallos, Manuel Folgar, como residencia de una comunidad de mujeres
consagradas, con el nombre de Misioneras de la Fraternidad, aprobada con
rango diocesano por Julián Barrio en 1999. La agrupación llegó a contar
con cinco religiosas, pero las mayores han ido falleciendo en los
últimos años y solo dos permanecen realizando labor de oración y ayuda a
la institución. En el lugar, para mantenerse y poder seguir acudiendo a limpiar y
arreglar las iglesias de la zona, y ayudar con la catequesis, las dos
mujeres se han especializado en labores de bordado y confección de prendas religiosas con métodos tradicionales. De esta tienda denominada Regina Mundi
salen los fondos con los que se mantienen ambas y la casa. El
establecimiento es muy conocido en toda España por la calidad del oficio
de ambas mujeres, que abastecen de prendas necesarias para el oficio
religioso a decenas de curas de la provincia e incluso a religiosos de
toda Europa y América. Al parecer, el Arzobispado concedió el uso gratuito de la casa
a las religiosas en todas las ocasiones en las que tocaba renovar,
acortando el plazo en la negociación de 2018 en la que concedió solo
tres años y, por último, en julio de este ejercicio, comunicó a las dos
consagradas que no habría más renovaciones. La
solicitud de desalojo la recibieron ambas mujeres, que entre otros
votos, tienen el de obediencia, recientemente, tras no dar su fruto las
negociaciones, ni la opción que se planteó de que asumiesen la ocupación
de alguna rectoral desocupada, también mediante el pago de un alquiler.
Ante el riesgo de que se pierda la presencia de estas dos mujeres, los vecinos de las parroquias colindantes han iniciado una recogida de firmas
para evitar que se llegue a producir este desalojo y hacer que el
Arzobispado reflexione sobre su decisión. Hay puntos de recogida en
distintas zonas de Barro y se suman ya más de cien rúbricas. Diversos
colectivos, así como el PSdeG de Barro y el PP
se han sumado a la corriente de apoyo a las dos mujeres, defendiendo el
papel de ayuda que han venido prestando en las parroquias en las que
así se les solicitó (Portas, Lantaño y Perdecanai), y su colaboración
como puentes entre la Iglesia y la sociedad, al ser catequistas de
muchas generaciones de niños y jóvenes en el municipio.
En el texto de adhesión del PP a la causa, animan a la institución
católica a reflexionar sobre el lucro que ya obtiene de la misma finca,
en donde hay alquilada parte de la superficie para una plantación de
kiwis y en donde se ha vendido madera. Señalan, además, que frente a la
inversión inicial aportada por la Iglesia, las religiosas han sumado más
de 100.000 euros en gastos y mantenimiento y no ocultan su interés por
saber qué destino tendrá la casa conocida como Pazo da Torre.
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