LAS PEQUEÑAS locuras pueden tener consecuencias poderosas. No hay una frase mejor para explicar el fenómeno de la Pontevedrada, la marcha nocturna que recorre los 67 kilómetros que separan la Alameda de Pontevedra y la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela con el objetivo de fomentar la donación universal de sangre, tejidos y órganos, y que tras dos años de parón debido a la pandemia celebra esta tarde su undécima edición, en la que participarán más de 1.200 personas.
Sin embargo, el origen de esta curiosa iniciativa no sólo fue todo lo opuesto a multitudinario, sino que también respondía a una motivación muy diferente.
Así lo cuenta Raúl Álvarez, un periodista riojano instalado en la Boa Vila desde 1998, al que en enero de 2011 se le ocurrió esta pequeña locura. "Una tarde paseando por el puente de O Burgo me encontré con un mojón del Camino de Santiago que marcaba 67 km, la misma distancia que recorre la marcha de la Valvanerada de Logroño", cuenta el riojano.
Por aquel entonces, Raúl vivía la inquietud local motivada por el difícil momento que pasaban tanto el Pontevedra CF como la SD Teucro, y su naturaleza activa lo llevó a movilizarse por ello. "En muestra de solidaridad deportiva, hice una nota de prensa anunciando que haría una Pontevedrada en apoyo a los clubes, invitando a quien quisiese", recuerda Álvarez.
Para sorpresa del periodista, a la convocatoria acudió únicamente una persona, Miguel Martínez, quien llegó a pensar que era "una cámara oculta". Pese al estupor, ambos desconocidos emprendieron su marcha, con tan buen resultado que se comprometieron a repetirla el año siguiente. "A Miguel le gustó mucho la iniciativa y descubrimos que ambos éramos donantes de sangre, el motivo que la Valvanerada busca promover, y nos pareció bien darle esa motivación", afirma Raúl. Así, en 2012 cumplieron su promesa, pero esta vez acompañados por 50 personas más y por una docena de perros de la Asociación de Cans Deportistas (ACADE).
A base de contactos, la caminata fue creciendo y se fueron uniendo distintas empresas, convocando a más de 300 marchosos en tan sólo su tercera edición, multiplicándose cada año hasta reunir 1.500 participantes en 2019. "Lo bonito de la iniciativa es que tiene muchas caras, es poliédrica. A la Pontevedrada acude gente que ha recibido una donación y celebra su resistencia, personas solidarias con la causa por motivos familiares o deportistas que se preparan para otras competiciones", cuenta Raúl.
Una de esas caras es Francisco Pérez-Mirás, presidente actual de la Asociación de Amigos de la Pontevedrada nacida en 2014, quien conoció el evento en su segunda edición. "Me lo comentaron entrenando en el gimnasio, y al momento me puse en contacto con Miguel para organizarlo todo", recuerda Francisco, quien compartía una afinidad especial con la causa. "En el 1989 había hecho el mismo camino con mi hermano, acompañándolo en una promesa. Además, tuve mi primer carné de donante a los 18 años", relata el presidente de ASAMPO.
Tanto Raúl como Francisco coinciden en que la Pontevedrada es fruto del trabajo de muchas personas que ya forman "una pequeña familia". Hoy, esa familia volverá a cometer la misma pequeña locura que Raúl cometió hace once años, con una causa renovada pero con la misma intención que él defendía ya en 2011: demostrar que los pequeños gestos pueden ser muy poderosos.
"El triunfo real empieza el lunes"
Por ello, para su fundador "el triunfo de la Pontevedrada empieza de verdad el lunes, cuando sus participantes vuelven a sus vidas y se hacen donantes".
Lo mismo defiende Francisco Pérez-Mirás, que recuerda la atemporalidad de la causa: "La Pontevedrada tiene que ser todo el año y hoy intentaremos transmitir eso: la importancia de que la gente vaya a donar todo el año".
No hay comentarios:
Publicar un comentario