Saramagal o Menduiña son pequeñas empresas gallegas que elaboran cerveza artesanal y algunos restaurantes de alto nivel ya ofrecen este producto gallego en sus cartas.
El sector de la cerveza en Galicia cuenta con un selecto grupo de emprendedores que la elabora artesanal. La calidad del agua gallega es uno de sus grandes secretos.
Sitúense: verano, atardecer, han tenido un día de trabajo en el jardín, ¿qué les apetece? Posiblemente muchos respondan mentalmente que una cerveza. Ahora piensen en ese líquido rompiendo en el vaso, formando espuma y liberando los olores pero, atención, hay algún cambio, el perfume es un poco más penetrante, perciben el lúpulo como si estuvieran en una plantación, notan que esta cerveza está un poco más turbia de lo habitual, tiene un color más intenso… Quizás les están sirviendo una artesana, hoy en día se ha convertido en algo normal que muchos locales tengan en su bodega este producto elaborado en pequeñas empresas gallegas. La cerveza artesana está rompiendo un tópico y gracias a eso se abre camino.
En Galicia ya hay unas cuantas empresas que han dado el paso de gigante, de las pruebas iníciales a la presentación de su marca en restaurantes y otros locales de hostelería. Algunos se iniciaron como home-brewers, es decir, artesanos caseros, y otros ya pensaron desde un punto de vista más industrial aunque limitado. En todo caso, el germen es común: la pasión por hacer algo distinto y con el control absoluto.
En la pequeña localidad de Barro, en Pontevedra, se ubica la pequeña factoría de Saramagal. Utilizan su propio pozo porque no olvidemos que el 90% de la cerveza es agua y en Galicia es excelente. La ayuda familiar, fundamental. Desde las respectivas parejas de los socios a los cuñados, todos ayudan en el embotellamiento o la distribución. Nueve días son necesarios antes de que la bebida sea embotellada y en el envase deberá permanecer como mínimo un mes más para que fermente. Pero no es algo tan matemático ni sencillo, la cerveza es caprichosa y puede estropearse en cualquier momento.
Con un espíritu más ambicioso, Menduíña ha lanzado al mercado una gran variedad, algo arriesgado pero que le está permitiendo encontrar su hueco en el mercado. En su caso se añade que los tiempos de maceración se alargan aún más de lo habitual.Y para redondear la dificultad decidieron que no deberían tener una producción continua.
Hay un punto común en las cervezas artesanas gallegas, el respeto a la naturaleza, casi un homenaje continuo a lo que nos ofrece, transmitiendo su sabor más puro. Por eso utilizan procesos ecológicos.
Respetando los preceptos cerveceros de los monjes medievales y añadiendo la nueva tecnología, estos emprendedores se han lanzado al mercado internacional, Estados Unidos ya ha sido conquistado y algunos restaurantes de alto nivel ya ofrecen este producto gallego en sus cartas pero no es el único país en el que está presente. Aquí la cerveza está buscando también ese nicho en la restauración más exigente. Sólo es cuestión de perder el miedo a innovar también como consumidores y estar decididos a probar sabores nuevos.
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