La pandemia retrasó el derribo y la puesta en marcha de esta tienda de muebles
Puede decirse que la guerra contra el feísmo ha ganado una batalla en la carretera PO-531 que va de Pontevedra a Vilagarcía. Siguiendo esa ruta son varios muertos de hormigón los que se suceden a ambos lados de la vía, pero al menos uno ha pasado de ser un icono del feísmo para convertirse en el centro logístico de una mueblería. La firma pontevedresa Oso Perezoso metió mano en este gigante que en otra época albergó en su bajo un concesionario, pero que nunca acabó las otras plantas. Sobre el inmueble pesaba una orden de demolición y era difícil encontrar a alguien que se enamorase de este edificio próximo al polígono, a la AP-9 y frente a la iglesia de Curro. Con las conexiones perfectas para convertirse en base de cualquier empresa, este icono del feísmo languideció durante años hasta que la familia Pérez Carramal decidió ampliar su negocio y convertir este edificio en su centro logístico.
La pandemia se coló en un proyecto ya de por sí complejo en los despachos. «Necesitábamos una nave más grande que las dos tiendas de Poio y Pontevedra que tenemos y además buscábamos que tuviese aparcamiento», señala Alexander Pérez, que junto a su padre, José Manuel Pérez, dirigen esta firma de muebles. Cuando se sentaron a negociar con el anterior propietario sabían que sobre él pesaba una orden de derribo. A ellos, en realidad, solo les interesaba la planta baja, el resto debía convertirse en escombros. En febrero del 2020 la adquirieron y la pandemia puso contra las cuerdas la operación. «Ahora estamos muy satisfechos con el resultado, pero durante el proceso, hubo épocas en las que casi estábamos arrepentidos», comenta Jorge Pérez.
El anterior edificio se construyó a mediados de los ochenta y aunque se levantaron dos alturas y el bajo, solo este último tuvo utilidad. La Axencia de Protección de Legalidad Urbanística (APLU) decretó en un primer momento que había que tirar el edificio completo. El anterior propietario reclamó judicialmente y permitieron mantener el bajo. «Se os dous pisos de arriba houbesen estado acabados, seguiría sendo un mamotreto», asegura el alcalde de Barro, Xosé Manuel Abraldes, que está satisfecho de ver lo que ha ganado el entorno.
Los actuales dueños compraron este edificio de Curro con esa condición: usarían solo el bajo y derribarían el resto. «La pandemia nos retrasó todo el papeleo, estaba previsto que nos hubiéramos venido para aquí mucho antes, pero no pudo ser hasta el pasado 1 de junio», señala Alexander Pérez, que escogió esta ubicación por sus buenas conexiones y por la ubicación. «Vimos otras posibilidades en esta carretera, pero estaban fuera de precio», concluye.
La empresa familiar tiene tan solo cuatro años, pero una proyección meteórica. Desde su fundación en un local de Mourente, donde José Manuel Pérez, tenía un concesionario, ampliaron a Poio y este año se embarcaron en esta nave de Barro para usarla para almacén y venta directa al cliente. «Los otros dos se nos quedaban pequeños. Aquí hay más movimiento de gente, estamos en un punto muy próximo a muchos pueblos», confirma Pérez Carramal. Y es que las ventas de Oso Perezoso no solo crecieron en la tienda física, a través de la web se quintuplicaron durante el confinamiento. «Nosotros no podemos decir que la pandemia nos favoreció», explica.
El polígono continúa como polo principal de la industria comarcal
El polígono de Barro se ha convertido en los últimos años en uno de los principales focos de la industria de la comarca. De hecho, las principales firmas alimentación trabajan en ambiciosos planes que se desarrollarán entre el 2021 y el 2022. El gran proyecto empresarial de este parque ha cogido velocidad de crucero. Estrella Galicia y EDF formaron parte de una reactivación a la que siguió Froiz. La compañía de alimentación tiene en marcha las obras de su centro logístico después de haber empezado por su nave de frío. Después de la puesta en marcha de esa primera estructura, habían comprado más terreno para construir su centro de operaciones, al que está previsto que se trasladen desde la nave de Lourido.
No cabe duda de que la alimentación es uno de los ejes principales de este polígono industrial. Son varias las empresas que están trabajando en distintas fases del proyecto. Panaderías Acuña lo hace en una gran nave (más de 2.700 metros cuadrados) para instalar ahí su obrador y una cafetería que dé servicio a todo el polígono. La magnitud que ha cogido esta panadería lo obliga a dejar su sede de la avenida de Vigo para apostar por su futuro en Barro. Y no es al única, otras como Artesa o Transfrío están en una situación similar. Esta última cuenta con una parcela de más de tres mil metros cuadrados en la que prevé invertir cerca de 1,4 millones de euros.
Todas estas empresas convierten a medio plazo el polígono de Barro-Meis en un parque especializado en alimentación, donde ya están asentadas otras firmas como Transportes e maderas Díaz y Buceta, Trabegóns, Frutas Moncho y TC Group Atlántico.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2021/06/23/batalla-contra-feismo-adefesio-convirtio-centro-logistico/0003_202106P23C1991.htm
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