El pasado domingo marcó un antes y un después para muchas comunidades de montes de la provincia de Pontevedra que, pese a no verse afectadas por los incendios, vivieron con pavor lo que estaba sucediendo a pocos kilómetros. Lo cuenta bien Miguel Ángel Maquieira, presidente de los comuneros de Curro, en el municipio pontevedrés de Barro: «Cando vimos o que estaba pasando no sur da provincia, que ardía en todos os lados á vez, sentimos que nos tiñamos que organizar, facer patrullas e poñernos a controlar o noso monte, porque en calquera momento podíamos ter lume». Así lo hicieron. Gracias al WhatsApp enseguida tejieron una red de medio centenar de personas dispuestas a salir a patrullar. Su sorpresa llegó cuando descubrieron que, más allá de los comuneros, en su municipio habían salido a hacer vigilancias grupos de voluntarios organizados por el Concello. El grupo de WhatsApp sigue activo y la disposición intacta. Barro no fue una excepción, al menos en la comarca de Pontevedra.
Si se habla de vigilancias en el monte hay que citar sí o sí a los comuneros de Salcedo, en el municipio de Pontevedra. Ellos no es que patrullen en el monte; es que prácticamente hacen vida en él. Empecemos por lo ocurrido el domingo. Ya por la mañana, cuando comprobaron que llegaban hasta Pontevedra las cenizas del sur de la provincia, salieron de patrulla Fernando Pintos, el presidente de los comuneros, y otro directivo. Luego se fueron sumando más voluntarios. Recorrieron el monte a pie y con la mirada puesta en los lindes de su terreno comunal. ¿Por qué? Porque ellos tienen su zona limpia tras años apostando por las plantaciones de especies autóctonas, los desbroces planificados y la conversión del monte en un lugar de disfrute vecinal -ni siquiera dejan entrar coches, reservan los caminos para ciclistas, senderistas y corredores-. Pero limitan con comunidades donde el eucalipto y otras especies invasoras siguen desmadrándose. Así que el miedo lo llevaban puesto: «Se prendía nos terreos do lado, alá ía o noso tamén», señalaban. Así que patrullaron toda la jornada dominical y volvieron bien de madrugada a sus casas.
Paseos más que productivos
¿Y ahora? Olvídense. En Salcedo se sigue al pie del cañón. Se vigila el monte pensando no solo
«na trasnada que poida vir facer alguén para prender lume»,
sino
también en que a nadie se le ocurra pasar con un quad por medio de las
plantaciones o que aparezcan caballos sueltos que puedan dar al traste
con una reforestación. Basta con recorrer un trozo de monte con
Fernando, Rogelio, Suso o José para darse cuenta de lo productivos que
son sus paseos.
«Mira, aquí o xabaril comeunos a cortiza desta árbore... e alí tamén, hai que mirar que podemos facer para que non seque»,
señalaba ayer uno
. «E aquí estanos saíndo herba desa da Pampa, desa que é invasora
», respondía otro. «
Este eucalipto que acaba de nacer xa o arranco, porque aquí non queremos que medre
», indicaba un tercero.
Salcedo
puede que sea el caso más paradigmático. Pero hay otros, como el de
Campañó, también en Pontevedra. En esta comunidad de montes se dio una
anécdota el domingo: «Os comuneiros saímos a vixiar o
monte e atopamos a xente en todoterreos. Parabámolos a ver quen eran... e
estaban a vixiar tamén».En Salcedo vigilan no solo para frenar los incendios, sino para evitar «outras trasnadas»
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2017/10/22/comuneros-voluntarios-forman-patrullas-vigilancia-montes/0003_201710P22C2991.htm
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