La campaña en Galicia comienza con más del 90 % de los conejos procedentes de granjas, tras la falta de cultivos y los estragos de la enfermedad vírica
Este octubre extraño hará creer a los cazadores que están atravesando el monte en pleno verano. A estas horas, mientras ultiman el engrasado de escopetas y dan los últimos paseos a los perros, lo único seguro es eso: que pasarán mucho calor en la jornada inaugural de la temporada de caza. El resto, como siempre, son incógnitas. Especialmente sobre la oferta cinegética del monte gallego. La tendencia es a menguar con el paso de los años, salvo las honrosas excepciones de tecores que se han volcado en la preparación del terreno.
En el caso del conejo, la pieza estrella por tierra (la perdiz sigue dominando el cielo galaico en este deporte) continúa cayendo ante la vírica hemorrágica aparecida hace algo más de un lustro en Italia. A diferencia de la que asoló a esta especie en los años 80, de la que se salvaban los conejos de entre dos y cuatro meses, esta última no da tregua en ninguna franja de edad y el campo vuelve a quedar diezmado.
Por eso cada año cobra especial importancia el papel de las granjas de repoblación. De hecho, el 95 % de los conejos que mañana se verán de frente los amantes de la caza proceden de granjas. Tampoco la familia de los cazadores va precisamente al alza: hoy rondan las 43.000 licencias, es decir, 10.000 menos que hace apenas siete años.
En la persona de José Manuel Monteagudo convergen el repoblador y el cazador. Gestiona una granja en el municipio de Barro desde hace más de 20 años y, al mismo tiempo, forma parte del equipo de cazadores del tecor de la zona, una pequeña superficie de unas 2.000 hectáreas. ¿Cómo se trabaja la repoblación del monte? «Cojo conejo de campo y una vez en la granja comienzo a cruzarlos entre ellos», explica Monteagudo, en cuya granja hay algo más de 4.000 unidades de esta especie, «algunas oriundas de las fincas de Pedro Domecq en Jerez de la Frontera».
¿Y qué pasos da un tecor que quiere ser repoblado? El primero es pedir la correspondiente autorización a la Xunta, un papeleo en el que suele colaborar la empresa «repobladora», con la que se cierra un contrato. Y llega el día de la suelta, con jaulas en las que están perfectamente identificados los machos y las hembras. Y no vale cualquier lugar para liberlarlos. «Debe buscarse lo que se llaman refugios, zonas con comida cerca... y para ello son los miembros del propio tecor quienes mejor lo conocen, no los de la granja», explica Monteagudo, quien ve cómo cada año incrementa la demanda de repoblación en Galicia, síntoma de las apreturas por las que pasa esta especie.
La Consellería de Medio Ambiente recuerda que, además de las enfermedades, conejo y perdiz son las dos principales víctimas del descenso de la actividad agrícola en el medio rural, «contribuindo así á regresión das poboacións». Sobre la hemorragia vírica, desde la Xunta advierten de que «a situación esixe establecer o necesario control previo ao momevento de animais non só para coñecer e mellorar a súa propia situación sanitaria, senón tamén ante a consideración de que os coellos son, ou poden ser, reservorios da vírica que afecta tanto aos domésticos como aos silvestres».
Las granjas también sufren consecuencias económicas con esta realidad, ya que cada conejo ha de recibir su pertinente vacuna. «Y son carísimas», explica Monteagudo, quien mañana saldrá al monte a buscar el zorro y no el conejo con el que trabaja.
-¿Por pena?
-Algo sí, les acabas cogiendo cariño.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/deportes/2017/10/14/repoblacion-vuelve-salir-rescate-temporada-caza/0003_201710G14P38995.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario