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sábado, 7 de octubre de 2017

Medio centenar de religiosos todavía viven en comunidad en Pontevedra



La marcha de las monjas y el cierre a cal y canto del convento de Santa Clara tras varios siglos albergando a las Clarisas hizo que muchos se preguntasen si en Pontevedra quedan muchos o pocos religiosos que vivan, como hacían ellas, en un convento o en una casa común. Indagando orden por orden, el cálculo hoy en día se hace pronto: quedan al menos 46 religiosos que viven en comunidad. Si se cuenta también a los de los distintos municipios de la comarca la cifra asciende a 98. Sin excepciones, todas las órdenes indican que la cifra de monjas y frailes o padres descendió notablemente. Y que las causas, obviamente, son dos: la falta de vocaciones de los jóvenes y el fallecimiento de los religiosos mayores que vivían en distintos puntos de la zona.
La comunidad más grande de todas es, hoy por hoy, la de las monjas de Placeres. Desde allí, la madre Asunción, Chon, cuenta una realidad que comparten prácticamente todas las congregaciones religiosas: «Estamos todas ya jubiladas. Las hay ya de más de 90 años y la más joven, de 74». En número, le siguen la comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Marín, que cuenta con 11 monjas, todas pensionistas menos una.
¿A qué se dedican?
Buena parte de los religiosos que viven en comunidad en Pontevedra o en la comarca estuvieron ligados a colegios. Ahora mismo quedan pocos dando clase, dado que ya están todos jubilados. Por ejemplo, en Placeres no hay ninguna maestra ahora mismo que sea monja. Y lo mismo pasa en las Doroteas, donde las siete monjas que quedan de las más de 40 que llegó a haber tampoco ejercen como maestras por la edad. Eso sí, las que no enseñan, hacen labores de portería, vigilancia en recreos o son las asistentas del plan madruga. Hay varias órdenes dedicadas a la caridad, como las monjas de Calor y Café, las del comedor social de Marín o los padres Franciscanos de Pontevedra. Y quedan unas monjas de clausura: las de Cuntis.

La marcha de las Clarisas tuvo un antecedente el año pasado en Marín, al irse los Paúles

La marcha de las Clarisas, al llevar aparejado el cierre de todo un símbolo religioso y monumental de Pontevedra, el convento de Santa Clara, causó una sorpresa importante en la ciudad. Sin embargo, no es la primera vez que una congregación que otrora tuvo una fuerte implantación en la zona se acaba marchando. Uno de los últimos casos tuvo lugar en Marín en el año 2016. Entonces, dijeron adiós al territorio marinense los Padres Paúles, que habían estado ligados al colegio San Narciso y que durante un tiempo incluso vivían en él. Cuando cogieron las maletas hacia otro lugar quedaban en la comunidad marinense tres o cuatro religiosos, según precisaban fuentes del San Narciso.
Otra comunidad en una peculiar situación es la que vive en una casa de Porráns, en Barro. Al parecer, hay dos religiosas residiendo en la conocida como Casa da Torre. El párroco que las asiste indicaba que en un principio hubo tres, pero una falleció. No se trata de una congregación religiosa como tal, sino de una orden denominada Ad Experimentum. Ni el párroco ni una de las religiosas quisieron entrar en detalles en qué labor tienen ni en su futuro en Barro. «No es algo de lo que convenga hablar», dijeron.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2017/10/01/medio-centenar-religiosos-viven-comunidad-pontevedra/0003_201710P1C2991.htm

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