Como ya sucedió en Caldas o en Poio, vecinos del municipio de Barro pasaron de las quejas a la acción. Cansados de los destrozos que los caballos salvajes que bajan del monte Castrove causan en sus cultivos, el viernes decidieron encerrar a un grupo de equinos en una finca del lugar de Bretoña, en la parroquia de Curro. Son nueve caballos, algunos con trancas en las patas, y dos potros.
Tanto el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil como Protección Civil de Barro están al tanto del conflicto y ayer se desplazaron hasta la zona para hablar con los afectados. «Os cabalos andan soltos e como non teñen que comer arriba baixan e comen as fincas, o millo e rompen as cepas do viño», comentó José Sartal, uno de los vecinos.
No es la primera vez que los animales provocan daños en propiedades particulares de Curro, pero esta vez parece que la paciencia de los afectados tocó fondo. «Os cabalos están nunha finca e non sabemos o que vai pasar porque os donos din que non son todos deles», expuso José. Esta mañana está previsto un nuevo contacto para intentar llegar a un acuerdo.
Por su parte, José Vidal, presidente de la Asociación Cabalar Monte Castrove, que organiza la rapa que se celebra en A Escusa el próximo 21 de agosto, comentó ayer que no estaba enterado del conflicto. No obstante, admitió que es difícil impedir que los equinos bajen a zonas habitadas. «Los animales nos bajan seguido», apuntó.
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