Allegados de la pareja aseguraron que ya había dado los primeros pasos
Eran las ocho y media de la mañana de ayer lunes cuando
 una llamada puso en alerta a la Guardia Civil. Daniel Carballal Moldes,
 de 48 años, acababa de comunicar que había descerrajado dos tiros con 
un arma de fuego -posteriormente, se comprobaría que había sido con una 
escopeta- a su esposa, Mónica Lorenzo López, de 38: «La he matado», 
aseguró a su interlocutor.
Acto seguido, añadió que tenía pensado acabar con
 su vida, al tiempo que precisaba que todo había ocurrido en el 
domicilio familiar ubicado en el lugar de Vilaverde, en la parroquia de 
Portela, municipio de Barro, que apenas dista a diez kilómetros de la 
capital provincial, Pontevedra.
De inmediato, se desplazó una patrulla del 
instituto armado, cuyos componentes únicamente pudieron confirmar la 
realidad del crimen. La mujer yacía en el suelo de la cocina en mitad de
 un gran charco de sangre con, al menos, un disparo en la cabeza, 
mientras que su marido fue localizado en un galpón anexo a la vivienda 
colgado de una viga que era visible desde el exterior.
Tanto la delegación del Gobierno en Galicia como 
la propia Guardia Civil dejaron claro que no existían denuncias previas 
por malos tratos o violencia doméstica, extremo que también confirmaron 
los residentes del entorno de la pareja. Todos coincidieron en que no se
 les conocía ningún tipo de desavenencias ni problemas personales.
Sin embargo, allegados cercanos al matrimonio 
manifestaron que Mónica Lorenzo no solo tenía pensado separarse de su 
supuesto verdugo, sino que aseguraron que la mujer ya habría dado los 
primeros pasos en este sentido. Añadieron que este extremo estaría 
siendo investigado por la Guardia Civil como un posible desencadenante 
del crimen.
En todo caso, los vecinos no escucharon disparo 
alguno, ni discusión. Hubo quien, incluso, precisó que sobre las siete 
de la mañana Daniel se habría desplazado hasta la casa de sus suegros 
para devolverles un remolque. «Entereime cando escoitei 
gritar a unha veciña. Dicía que matara a súa muller diante das 
rapaciñas. Foi entón cando vin á Garda Civil», indicó. 
Aparentemente, en el momento del crimen, las dos hijas del matrimonio, 
una de 14 años y la otra de 11, se encontraban en la casa. Tras ser 
atendidas por los Servizos Sociais municipales, un pariente, 
presumiblemente el padrino de una de ellas, se hizo cargo de ambas.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2014/08/26/mujer-muerta-tiros-marido-barro-iba-separarse/0003_201408G26P9991.htm 
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