Los campos amanecieron ayer blancos. Da igual, no faltó quien fuese a trabajar en la viña o a lavar en un pilón
Lo decía ayer un urbanita con cierta ironía, pero acertaba con su frase: tendría que venir la mayor ola polar del mundo para que algunas mujeres, habitualmente del rural, se vistiesen una prenda de abrigo encima de esos míticos mandilones de cuadros, flores o rayas que parecen proteger tanto del frío en invierno como del calor en verano. Y lo mismo podría decirse de los caballeros, poco dados a ponerse anoraks o cazadores encima de los monos de trabajo azul. Efectivamente, ayer por la mañana, con el mercurio por los suelos -Meteogalicia indica que en Pontevedra la temperatura bajó hasta los -2,7 grados- y la helada bien visible en los campos, en el rural pontevedrés había mujeres por doquier con mandilón y listo y hombres que salían a podar la viña casi, casi en mangas de camisa.
La primera que llamaba la atención era Carmen, vecina de A Devesa, en Alba. Estaba ella, en una zona sombría, lavando ropa en un lavadero público sin anorak ni sucedáneo; con un simple jersey y un mandilón encima. La mujer insistía una y otra vez en que el agua estaba a buena temperatura, aunque si uno la probaba, desde luego, opinaba todo lo contrario. «Eu teño lavadora, claro que teño. Pero por unhas pezas de roupa non a vou poñer. Se fixera moito, moito frío pois non viría, pero polo de agora non é para tanto, lévase ben», señalaba ella mientras seguía dándole a los trapos. Lo mismo que decía Carme, que tampoco es para tanto lo que bajó el termómetro, lo opinaba Pepe, vecino de Reiriz. Él iba a bordo de un pequeño tractor. Tampoco llevaba abrigo: «¿Frío? Que vou ter eu frío aquí se traballei alá na Antártida. Fun mariñeiro e alí si que se pasaba frío... Isto non é nada. Non che vou dicir que non estaría mellor de vacacións co Imserso, pero por agora aguanto ben na parra».
Algo menos campante que él estaban Leonardo y José Antonio en O Castrado, en Cerponzóns. Ellos también andaban a la intemperie, pero quejándose un poco más del frío. El primero, pese a rosmar algo, sacó igual a su caballo a pastar, en un prado lleno de escarcha. El segundo andaba trabajando en una viña. Por O Castrado pasa el Camiño Portugués. Y justo cuando Leonardo y José Antonio estaban comentando que estos días lo transitan menos peregrinos, que deben tener miedo al frío, apareció una mujer... ¡Y sin anorak! Ella era una ciudadana de Nueva Zelanda que, medio en castellano medio en inglés, señalaba: «Nada de frío, todo muy bien», mientras seguía andando.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2017/01/20/span-langglfrio-vou-ter-eu-frio-traballei-ala-na-antartidaspan/0003_201701P20C2991.htm
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