Las aguas bajan revueltas alrededor del BME Growth. La polémica desatada en los últimos días en torno a EiDF, uno de sus miembros más relevantes, ha desenterrado el fantasma de algunos de los episodios más negros que han afectado a este mercado para pymes de la bolsa española.
Hace poco más de un mes se cumplía el noveno aniversario de la caída de Gowex, un suceso que dejó tocado al BME Growth (por aquel entonces denominado Mercado Alternativo Bursátil), pero del que ha logrado levantarse, en un esfuerzo que le permite mostrarse ahora como un mercado dinámico —en cierto sentido, mucho más que su hermano mayor— y punta de lanza de todo un entramado con el que SIX (el dueño de la bolsa española) pretende facilitar la incorporación al mercado de las pequeñas empresas nacionales.
Con más de 50 empresas en expansión en su seno, que suman una capitalización en torno a los 10.000 millones de euros, y tras acoger a otros siete integrantes en 2023 (lo que contrasta de forma marcada con la atonía de las salidas al mercado bursátil principal), BME Growth se presenta hoy como una prometedora cantera de una bolsa española muy necesitada de savia nueva.
Pero la reciente polémica con EiDF supone un claro recordatorio de los riesgos y cabos sueltos, de muy diversa índole, que rodean a este mercado y que hoy acechan a distintas compañías representativas de más de la mitad del valor este de mercado y que, haciendo un paralelismo cinematográfico, nos permiten hablar del bueno, el feo y (en este caso) los malos del BME Growth.
Estos riesgos tienden a ser mayores en mercados alternativos para empresas en desarrollo, ya que están menos profesionalizadas
Conviene señalar previamente, no obstante, que los riesgos y los escándalos son una realidad inherente a cualquier mercado y basta con recordar nombres como Enron, Wirecard o Banco Popular para establecer que ni las mayores bolsas están libres de este tipo de episodios. Además, por su propio concepto, estos riesgos tienden a ser mayores en mercados alternativos para empresas en desarrollo, ya que estas, por su tamaño y estructura, están menos profesionalizadas y son más vulnerables a las dificultades externas y cotizan siguiendo unos requisitos menos rígidos (precisamente, esa es la función de un mercado de este tipo, que trata de incentivar el acceso al mercado de las pymes).
Lo que hace más llamativa la realidad que enfrenta ahora mismo el BME Growth es que estos cabos sueltos que le afectan alcanzan un potencial impacto de enorme relevancia, por el tamaño de las empresas envueltas en ellos.
El bueno
Así, uno de los primeros desafíos con los que deben lidiar los responsables de este mercado es el concerniente a General de Galerías Comerciales (GGC). La firma que aglutina las inversiones inmobiliarias del empresario murciano Tomás Olivo se incorporó al BME Growth en 2017, con un valor de mercado ligeramente superior a los 2.000 millones de euros y que, desde entonces, se ha incrementado hasta los 3.666 millones, lo que la convierte en una de las 30 mayores cotizadas de España, superando en valor de mercado a varios Ibex como Logista, Indra o la también inmobiliaria Colonial.
Estas cifras no habían supuesto ningún problema para BME Growth hasta hace solo unos meses, ya que la firma de Olivo formaba parte del segmento de socimis, que cuenta con sus propias normas. Sin embargo, a finales del año pasado, el empresario decidió reconvertir su plataforma inmobiliaria, renunciando al régimen especial de las socimis y pasando a figurar como una sociedad anónima al uso. Según se explicó desde la propia firma, esta decisión respondía a la imposibilidad de atender la obligación a la que están sometidas las socimis de repartir un 80% de sus ganancias en dividendos, ante las elevadas inversiones que planea acometer.
Esto ha supuesto el traslado de su cotización al segmento de empresas en expansión, en el que la normativa dicta que cualquier integrante cuyo valor de mercado supere los 1.000 millones de euros durante seis meses, de forma ininterrumpida, deberá iniciar el procedimiento para solicitar su admisión en un mercado regulado.
Es decir, el paso natural para GGC sería poner en marcha en los próximos meses el proceso para saltar al mercado continuo de la bolsa española. Pero con más del 99,5% de sus acciones en manos del propio Olivo, todo parece indicar que el único aliciente de la compañía para cotizar era, precisamente, que se trata de un requisito indispensable para las socimis. Una vez abandonada esta configuración, el camino de salida del mercado se muestra como la vía más lógica para GGC.
El grupo inmobiliario se hace acreedor del epíteto del bueno porque su trayectoria en el mercado no se ha visto salpicada por ningún escándalo reseñable. Pero, para BME Growth, que su probable adiós se articule en forma de renuncia al mercado no deja de suponer un sinsabor para una plataforma que se expone a perder de un plumazo más de un tercio de la capitalización total del segmento de empresas en expansión.
Una situación que se produce, además, cuando otros mercados, con Euronext a la cabeza, están ejerciendo una creciente competencia para arrebatar al mercado de BME un número cada vez mayor de miembros y candidatos a cotizar, especialmente en el segmento de socimis.
El feo
Más controvertido es el caso de la ya citada EiDF, que ha llevado a algunos medios a resucitar en los últimos días el fantasma de Gowex. Lo cierto es que, al igual que entonces el grupo de Jenaro García, esta empresa gallega de renovables se había convertido en el emblema del potencial existente en BME Growth. Tras revalorizarse más de un 450% en 2022, la compañía dirigida por Fernando Romero fue galardonada en la pasada edición de los European Small and Mid Caps Awards (nueve años antes Gowex también fue premiada en este certamen). Y en 2023 había logrado estirar su inercia ascendente, hasta alcanzar los 1.721 millones de valoración, superior a la capitalización de todo un referente del sector como Solaria.
Este idilio con el mercado se torció, sin embargo, el pasado 14 de abril, cuando la CNMV suspendió su cotización al haberse negado su auditor, PwC, a firmar sus cuentas. Después de más de cuatro meses, EiDF acabó presentando sus cuentas el pasado 17 de agosto. Estas iban acompañadas, no obstante, de importantes salvedades por parte de su auditor. Entre otras cuestiones, menciona "incidencias relevantes que suponen la existencia de debilidades significativas en el modelo de gobierno corporativo y el sistema de control interno de la Sociedad", advierte de que la sociedad presenta un fondo de maniobra negativo que supone "la existencia de una incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la capacidad de la Sociedad para continuar como empresa en funcionamiento" y puntualiza que "no nos es posible asegurar totalmente que no pudieran surgir otras cuestiones no identificadas hasta el momento que, en su caso, pudieran suponer otros posibles errores y/o contingencias no recogidas en las cuentas anuales adjuntas adicionales a las ya corregidas por los administradores y asimismo consideradas en la reexpresión de las cifras comparativas del ejercicio anterior".
En paralelo, el grupo daba a conocer un resumen del informe forensic encargado a Deloitte, según el cual habían sido detectadas ciertas deficiencias e irregularidades con un impacto "prácticamente nulo" en las cuentas de la sociedad. Días después, y tras reprimenda de la CNMV (y a pesar de la oposición del grupo a los requerimientos del supervisor), EiDF amplió la información concerniente a dicho forensic, desvelando acusaciones por parte de Deloitte sobre la posible falsificación de documentos por parte de varios socios de la compañía.
Pese a todo esto, EiDF afirma que ya se habrían subsanado los principales errores detectados en estos informes (incluidos los referentes al fondo de maniobra) y trabaja en un plan de mejora de su gobierno corporativo que debería ayudarle a evitar que problemas similares se repitan en el futuro.
Está previsto que las acciones de EiDF vuelvan a negociarse a partir de este lunes, tras el levantamiento de la suspensión por parte de la CNMV. En el momento en que se produjo esta, la compañía estaba a las puertas de sobrepasar el límite de los seis meses consecutivos capitalizando más de 1.000 millones, lo que implicaría la obligación de dar el salto a un mercado oficial. Pero queda por ver si las explicaciones dadas por la compañía han sido suficientes para convencer a sus accionistas (solo un 21% de sus acciones están en manos de accionistas no relevantes) y evita un descalabro sobre el parqué que acabe convirtiendo ese hito de los 1.000 millones en agua pasada.
Los malos
Adicionalmente a los sucesos más llamativos, el día a día del BME Growth está afectado por un sinfín de compañías que abordan desafíos de muy distinta índole y que, con frecuencia, comprometen su viabilidad. Son aquellos que podrían definirse como los malos, ya sea por la negativa evolución de sus cuentas o por su difícil situación financiera.
Uno de los casos más significativos en este sentido es el de Labiana Health, un grupo farmacéutico especializado en productos para la salud animal y humana, que hizo su estreno en BME Growth hace poco más de un año y que, desde entonces, ha visto esfumarse dos tercios de su valor, reduciendo su capitalización hasta apenas 13,6 millones de euros.
El grupo dirigido por Manuel Ramos también fue suspendido de cotización el pasado mayo, por no presentar a tiempo las cuentas auditadas de 2022. Esta situación quedó subsanada menos de dos meses después, tras realizar unos ajustes negativos a sus cuentas a instancias de BDO.
En paralelo, la compañía comunicaba al mercado su intención de firmar un acuerdo de financiación con Miralta Finance y Blantyre Capital, para la obtención de un préstamo de 20 millones que debería complementar los fondos obtenidos en la salida a bolsa (que quedaron muy por debajo de las previsiones) para facilitar la operativa del negocio. Este acuerdo fue anunciado de forma definitiva el pasado lunes y supondrá la disposición de hasta 25 millones de euros en sendas líneas con vigencia hasta 2027 y por los que Labiana tendrá que abonar un tipo de interés de 5 puntos porcentuales sobre el euríbor (lo que a día de hoy representaría un coste cercano al 9%).
Sea como fuere, ninguno de estos pasos ha servido hasta el momento para reanimar la cotización de la compañía, que este mismo miércoles establecía un nuevo mínimo histórico (desde entonces, no se ha movido).
Otra compañía inmersa en la búsqueda de nuevas vías de financiación es Clever Global. El grupo tecnológico con sede en Sevilla anunció el pasado abril el inicio de un proceso de refinanciación con el asesoramiento de PwC. El grupo dirigido por Fernando Gutiérrez había cerrado 2022 con unos ingresos totales de 8,7 millones de euros y unas pérdidas atribuidas superiores a los 400.000 euros. Asimismo, su deuda a corto y lago plazo se situaba por encima de los 12 millones de euros, con un tercio de la misma venciendo en 2023.
Estas cuentas iban acompañadas de una advertencia por parte del auditor sobre la comprometida situación financiera del grupo, con un fondo de maniobra negativo de 2,2 millones, aunque reconociendo, al mismo tiempo, los avances realizados por la dirección para mejorarla. En cualquier caso, avisaba, "dichas circunstancias son indicativas de una incertidumbre material sobre la capacidad del grupo para continuar sus actividades como empresa en funcionamiento, estando condicionado al cumplimiento y buen fin del plan de negocio y de las medidas y estrategias adoptadas".
En ausencia de noticias sobre la refinanciación, las dudas del mercado han quedado plasmadas en un retroceso de la cotización que ronda el 40% en 2023 y que han limitado su capitalización a apenas tres millones de euros.
Este tipo de salvedades no son un caso excepcional, pues otras firmas de BME Growth incluyen en sus informes de auditorias avisos semejantes. Es el caso, por ejemplo, de la empresa de muebles y decoración Hannun. Tras registrar en 2022 pérdidas superiores a los 5 millones de euros, su auditor, KPMG, quiso dejar constancia de "la existencia de una incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la capacidad de la sociedad para continuar como empresa en funcionamiento”.
El auditor de las cuentas del club de fútbol Intercity resalta dudas semejantes tras comprobar cifras negativas por encima de los 4 M
Pese a estas dudas, que han provocado un hundimiento de la acción próximo al 60% en 2023, la compañía ha seguido trabajando en un plan de crecimiento que se ha materializado en los últimos meses en diversas adquisiciones, como el acuerdo anunciado esta misma semana para la adquisición de un 51% del grupo danés We do Wood.
Del mismo modo, el auditor de las cuentas del club de fútbol Intercity resalta dudas semejantes tras comprobar cifras negativas por encima de los 4 millones en el patrimonio neto y en el fondo de maniobra. Según la nota incluida en el informe de auditoría, la sociedad no ofrece información suficiente sobre las medidas a tomar para remediar esta situación y supedita su viabilidad a la obtención de nuevos recursos a través de ampliaciones de capital.
El que pasa por ser el primer club de fútbol cotizado en España acumula pérdidas superiores al 50% desde el inicio de 2023, lo que ha minimizado su capitalización al entorno de los 2,3 millones de euros. Esta misma semana, se ha conocido la dimisión de su consejero delegado, Antonio Gallegos, tras ser elegido como concejal del ayuntamiento de Alicante, así como la salida de su vicepresidente, Perfecto Palacio.
https://www.elconfidencial.com/mercados/2023-08-27/bueno-feo-y-malos-cabos-sueltos-bme-growth_3719627/
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