El público abarrota el auditorio y asiste a un concierto en el que actuó Esteban Batallán - Salvador Cores Robado es uno de los grandes acordeonistas de las últimas décadas
Salvador Cores Robado, Manso, ya es Hijo Adoptivo de Cambados. El alcalde, Luis Aragunde, le entregó ayer por la tarde el título aprobado en el pleno extraordinario de esta semana, con el cual el pueblo cambadés quiere destacar la importancia de Manso en el panorama musical de la última mitad de siglo en O Salnés.
Fue en el transcurso de un acto emotivo para el cual el auditorio de A Xuventude se quedó pequeño, hasta el extremo de que muchos tuvieron que quedarse de pie o en el vestíbulo del edificio. Y como no podía ser de otra manera en el homenaje a un músico, hubo música, interpretada por el grupo Manso e Amigos y por Esteban Batallán, un vecino de Barro que es trompeta solista en la prestigiosa Orquesta Sinfónica de Granada.
Manso recibió el calor del público en más de una ocasión, a lo cual él respondió con muestras de sentido agradecimiento. Junto a él se encontraba su esposa, Josefina González, Fica a Fina, que es la responsable de que Manso lleve más de media vida en Cambados.
El homenajeado ayer en el auditorio de A Xuventude nació en Sobradelo (Vilagarcía) en 1936, aunque pasó los primeros años de su vida en Vilaxoán. Su abuelo y su padre habían sido destacados acordeonistas, y Salvador Cores siguió esta tradición, hasta el extremo de que con nueve años ya tocaba con su padre en bodas. A los 12 ingresó en la orquesta de su hermano, "Manso y sus muchachos", y años después pasó por la mítica Krazy Kray. Se trasladó a vivir a Cambados con 19 años, tras contraer matrimonio con Josefina González, y ya nunca salió de la Vila do Albariño.
"Manso" forma parte de una estirpe de acordeonistas que son muy recordados en toda la comarca, pues, como él recuerda, eran los instrumentistas más importantes de las orquestas. De esa época son, por ejemplo, Xanote, Poceiro, Diosiño o Pilo.
"En aquella época si una orquesta tenía un buen acordeonista era una buena orquesta. Los acordeonistas tocaban piezas solistas y tenías sus propios siareiros", recuerda Cores Robado.
Para él la música es sagrada. "La música lo es todo para mí. Estoy enfermo de la columna y sigo tocando". De su población y sus vecinos sostiene que "me considero cambadés de sentimiento por los cuatro costados".
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