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miércoles, 10 de agosto de 2016

Una estación que ya no tiene viajeros

 Apenas dos trenes paran cada día en Portela, que asume poco a poco su abandono

No hay nadie, ni un alma. Lo más parecido a un viajero es el propio monumento erigido a su figura en el exterior de la estación. Impasible, oteando el infinito. En la estación de tren de Portela la hierba ha tomado el andén, el polvo los seis asientos escasos que alberga, y no se atisba cartel alguno que indique a qué hora pasa el próximo tren. Hay dos opciones, hacia Vigo o hacia A Coruña. Una de cada, una vez al día. Eso es todo.
Lo que fue en su día una parada tradicional y requerida, inaugurada en 1889, pervive hoy como un paraje desértico, anodino hasta para los grafiteros, visitantes habituales de los lugares en decadencia o semiabandono. La rutina del vacío solo se interrumpe con los clientes del bar de sus instalaciones, A Cantina, que permanece abierto y hace de local social y parada obligatoria para los vecinos de la zona.
No hay vallas de seguridad, ni ninguna linea amarilla que llame a la prudencia frente a la vía. Lo cierto es que el andén funciona en buena medida como terraza para la cafetería. Mesas y sillas de aluminio, con algunos toldos para evitar el sol.
«Si, en todo o día só paran dous trens», habla la gerente del establecimiento. «¿Viaxeiros? Ningún. É raro que alguén se baixe ou suba aquí, todo hai que dicilo. Vendo ese panorama tampouco se pode pedir máis».
La mayoría de los vecinos de la zona usan el coche como método habitual para viajar hasta Pontevedra. Lejos queda el usar la línea regular del tren para los recados o moverse hasta Padrón, Cesures o Santiago. «Hai xente que di que se puxeran máis trens usaríase máis, pero é unha mentira. Esta estación acabará pechando como xa pasou en Portas. É normal, da algo de pena por iso de que quede inservible, pero se non hai xente para collelo, ¿que se vai facer?», comenta Yolanda, vecina de Portela. «Algúns protestan polo abandono pero a realidade é que ninguén o colle. Morrerá pronto, é o que lle queda».
Incluso en el Concello de Barro reconocen ese olvido frío que sufre la estación de Portela. El alcalde, Xosé Manuel Abraldes, sabe que poco se puede hacer y que casi ha quedado relegada a usarse este tramo de vía para desviar o parar los trenes que carecen de prioridad frente a otros más veloces. El Eixo Atlántico, desde 2008 manda, y desterró estas viejas vías de cercanías al recuerdo.
Ya no hay trabajador alguno que venda billetes, o un cajero expendedor, o una máquina automática. Solo un saco de cemento en medio de la entrada delantera, y una maleza que escala por una de las paredes laterales. En la cara del edificio, las cajas amarillas de cascos vacíos de A Cantina se amontonan formando varias alturas.
A las 20.43 pasa el tren que lleva hasta Pontevedra. Es un regional. Tarda unos diez minutos en recorrer la vía hasta la estación de la capital. Cuesta 2.25 euros. Se pagan en el interior, al revisor. Dirección A Coruña hay cinco paradas hasta llegar a Santiago de Compostela. Tarda casi una hora. Allí tocaría coger otro billete para continuar con el recorrido.
No hay nadie en la estación de Portela. Cuesta imaginarse a unos chavales esperando horas para machacar monedas en el andén, dos veces al día, exclusivamente. El único viajero fijo es un monumento, y ni siquiera espera en el andén. Como dicen los vecinos: «É só unha mera cuestión de tempo».

http://www.lavozdegalicia.es/m/noticia/pontevedra/pontevedra/2016/08/04/estacion-viajeros/0003_201608P4C4992.htm

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