La desaparecida se presentó en casa cuando la Policía buscaba pistas en su piso.
La aparición de la mujer de 34 años puso fin a siete horas de angustia y de intensa búsqueda por la capital y su entorno
Final feliz después de casi siete horas de angustia. La desaparición de M. D. G. G., de la que su familia no tenía noticias desde el viernes, acabó en la noche del pasado domingo, cuando la mujer, de 34 años y madre de un hijo, se presentó por su propio pie en su domicilio de la calle Sierra, en buen estado de salud.
Allí se encontraban ya miembros de la Policía Científica, que habían acudido para una primera inspección del piso, dentro del operativo de búsqueda que puso en marcha la Comisaría tras la denuncia presentada por el padre de la mujer.
El episodio que por unas horas volvió a sacudir a una ciudad que está especialmente sensibilizada ante estas alertas a raíz de la desaparición hace un año de Sonia Iglesias, comenzó sobre las tres de la tarde del domingo. A esa hora, la expareja de M. D. G. G. se presentó en casa para devolverle a su hijo, con el que había pasado el fin de semana. Al no encontrarla en el domicilio, el hombre se dirigió a la casa de los padres de la mujer, donde también estos se extrañaron porque la esperaban y no se había presentado para comer.
Fue entonces cuando, al no tener noticias de la mujer y comprobar que también faltaba su vehículo, un Peugeot gris, se dispararon las alarmas, ya que era la primera vez que M. D. faltaba sin dar señales de su paradero. Su propio padre fue quien interpuso la denuncia sobre las cinco y media de la tarde, después de que resultasen fallidos todos los intentos para dar con ella.
La Policía Nacional movilizó en cuestión de minutos a la Local y a la Guardia Civil, que enseguida comenzaron a peinar la ciudad para intentar localizar a la desaparecida. Los agentes se desplegaron con rapidez por entornos como el lago de Castiñeiras, el poblado de O Vao o el espacio natural que forma la cascada del río Barosa, en el vecino municipio de Barro. Al mismo tiempo, miembros de la unidad de la Policía Científica se desplazaron al piso para una primera inspección ocular. Y en ello estaban cuando la propia M. D. G. G. llegó a casa y puso fin a las horas de incertidumbre.
Vecinos y comerciantes de la céntrica calle Sierra, donde se ubica la plaza de abastos, se despertaron ayer también sobresaltados con la noticia de la desaparición. La preocupación era latente, aunque la gran mayoría de quienes comentaban el suceso desconocía la identidad de la protagonista de esta historia, que al parecer, lleva poco tiempo vivienda en esta zona.
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