En Barro hay una construcción de estilo griego que parece un tanatorio pero nunca lo fue; iba para palacio
No hace falta ir a un punto de atractivo turístico
para pasar una mañana entretenida. La crisis, con el consiguiente parón
industrial, y el fervor político por sementar Galicia de parques
industriales hacen que a lo largo y ancho de las comarcas de Pontevedra y
Arousa proliferen polígonos casi desérticos y sin actividad. Pero con
curiosidades en las que reparar. Está, por ejemplo, la conocida como la
central de transportes de Ponte Caldelas, que de central solo tiene el
nombre y, en realidad, bien podía llamarse hotel de transportistas,
porque los únicos que paran allí son algunos camioneros para echar una
cabezada. O el surrealista caso del parque privado de Nantes, en
Sanxenxo, donde hay losas de granito delante de las puertas de los
transformadores eléctricos porque como la zona está vacía de personal
hay que protegerlos de los ladrones. Hasta ahí, las curiosidades tienen
la categoría de anécdotas. Pero, en otros lados, van más allá.
En el polígono de Barro-Meis, o pegado a él, hay una
nave con una estética similar a la de numerosos tanatorios. Pero nunca
fue un velatorio. Su historia bien merece ser conocida. Es propiedad de
un hombre de Portonovo llamado José Luis Cereijo del Río, que aunque
ahora está jubilado fundó una empresa de aluminios. Él, hace más de una
década, se propuso comprar varias parcelas en Curro (Barro) y crear un
polígono industrial privado. Decidió que ese futuro parque debería tener
un palacio de congresos y exposiciones. Así que se puso manos a la
obra: «Estivera en Mallorca e gustábame o palacio de congresos de alí, e quixen facer algo parecido, algo digno».
Como estuvo en Grecia y le marcó la arquitectura griega, finalmente lo
que encargó tiene una estética parecida a la de un Partenón. Él dice que
«a idea inicial non era facer un Partenón, pero si que algún parecido ten».
Acabó almacenando puertas
El caso es que el sueño de hacer el
polígono privado de Cereijo se frustró y el palacio nunca funcionó como
tal. La empresa tampoco lo usó demasiado. Almacenó algunas puertas en
él, pero poco más. Mientras tuvo actividad, recibía muchas visitas.
Algunas no eran precisamente de clientes
. «A xente confundíao cun tanatorio»,
cuentan desde la firma. No fueron ni
una ni dos las personas que llegaron preguntando por un difunto. E
incluso los proveedores de mercancías le llamaban el tanatorio de Curro.
Otros, hicieron un chiste fácil:
«Chamábanlle o Portenón, polo tema de que facemos portas
», reconoce Teresa, la hija de Cereijo.
El caso es que hace un año se decidió venderlo.
Cereijo dice su precio: lo da por 400.000 euros. Señala que algunos
pretendientes sí salieron: «Quixeron poñer un tanatorio
pero non lles deron permiso, miraron tamén para meter un secadoiro de
bacallau... O mellor foi cando xa lle tiña vendida a nave aos de unha
igrexa anglicana que acabaron no cárcere», cuenta el hombre. En
conclusión: la nave sigue a la venta. Cereijo, sin pelos en la lengua,
dice que los políticos le frustraron su proyecto expropiando para el
polígono. Y que su idea de parque privado convertiría la zona en un
sitio bonito, con «un arco de Trajano incluido».
Si uno deja Curro y va hasta el polígono de Vilanova
no encontrará más edificios clásicos. Pero sí curiosidades en
movimiento. En el parque industrial de Baión solo hay una empresa
montada. Se trata de Soaga. Pero sus empleados no están solos. Un rebaño
de ovejas bala cerca de donde ellos trabajan. El pastor, con la lluvia
torrencial de estos días, no andaba cerca. Pero tampoco le echaban mucho
en falta los animales, que estaban tranquilos comiendo los tojos. Al
preguntar en Soaga por el ganado, responden: «¿Ovejas, aquí? No las
vimos». Las tienen a unos metros, pero se ve que no molestan.
La ruta de las curiosidades a pie de parque
industrial termina en Catoira. Ahí, una vecina, harta de ver maleza
frente a su casa, apadrinó una rotonda y ella misma la limpia y le
planta flores. Quizás, en el futuro, todas estas excentricidades pasen a
la historia y cambien por actividad industrial, que para algo se trata
de polígonos. Aunque, a veces, cueste creer que ese día llegará.
«Xa lle tiña vendida a nave aos dunha igrexa anglicana, pero acabaron no cárcere», dice el dueño del Partenón
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/barro/2016/04/16/cara-curiosa-poligonos-partenon-venta-ovejas-pastando/0003_201604P16C7992.htm
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