La capilla de los Dolores de Búa, donde se celebró la merendola en plena Navidad.
En la aldea de Búa se celebró una merendola en la iglesia. Fue en la víspera de Nochebuena, pero el cabreo colea aún e incluso salpica a algún político
De los mercaderes a la Coca-Cola y las patatillas. No fue como la escena evangélica de la Expulsión de los Mercaderes del Templo, aquella en la que Jesús se enfadó al ver a unos comerciantes utilizando la casa de Dios para hacer sus negocios, pero lo que ocurrió en una aldea del concello pontevedrés de Barro esta Navidad, hasta podría recordar un poco a ese episodio que narran los distintos Evangelios. ¿Qué pasó? El resumen es fácil: la capilla de los Dolores del lugar de Búa, en la parroquia de San Breixo, se convirtió en un local de festejos por una noche. Allí, en una mesa colocada junto al altar, con la Virgen como testigo de la fiesta, se plantó desde Coca-Cola y algún espumoso típico de las fechas Navideñas a patatillas y demás viandas. La cuchipanda, celebrada en la víspera de Nochebuena, duró solo unas horas. Pero el cabreo que generó todavía colea en el municipio y ha salpicado incluso a algún político, que dice que sufrió una «encerrona».
Vayamos a lo que pasó antes de ese día 23 de diciembre, cuando la capilla se volvió una suerte de furancho espontáneo. Hay versiones para todos los gustos. Pero en lo que todas parecen coincidir es que a alguien en Búa se le ocurrió organizar una merendola vecinal en la capilla de los Dolores. José Suárez, antiguo concejal del PP y ahora perteneciente al grupo de los no adscritos y al partido Xuntos por Barro (el grupo creado por el exalcalde José Antonio Landín) no pone nombres, pero dice que, efectivamente, la iniciativa partió de los vecinos. Señala también que a él le pidieron colaboración y que «como un veciño máis» decidió aportar su granito de arena para que se hiciese la reunión en la iglesia: «Levei unhas patatillas, unhas cocacolas e catro fogos de artificio, tiven un papel de colaborador, como calquera outro», manifiesta.
Uno de los intríngulis es saber quién tenía las llaves de la capilla, ya que el párroco, don Luis, asegura que él no sabía nada de semejante fiesta y que tampoco nadie se dirigió a él para pedirle permiso. Sea como fuere, abriese quien abriese, allí se plantaron los vecinos. Según algunas fuentes, algunos se quedaron con la boca abierta cuando llegaron, ya que por lo que parece pensaban que iban a un acto religioso y, en realidad, se toparon con que lo previsto allí era una merendola. El concejal Suárez defiende que todo el mundo estaba contento: «De 27 veciños de Búa viñeron un total de 25 e os que non o fixeron é porque son ateos», señala.
La fiesta empezó sobre las siete de la tarde del día 23. Se lanzaron fuegos de artificio y, antes de dar cuenta de las viandas, se hizo foto de familia con la merendola y el altar. Ese, posiblemente, fue el principal pecado. Porque, tal y como ocurre hoy en día con casi todo lo que se celebra, la imagen pasó directamente del móvil de alguno de los presentes a las redes sociales. En pocas horas, todo Barro sabía ya lo que había sucedido en la capilla. Y uno de esos portales de Facebook sin dueño identificado, llamado Barro Hoxe, hacía bromas al respecto.
El caso es que no todo el mundo se tomó con humor la merendola de la polémica. Hubo vecinos que se quejaron al párroco, a don Luis, al que todo esto le cogió recién llegado a la parroquia de San Breixo. El cura, que vino de Venezuela hace dos meses y que ahora lleva parroquias tanto en Barro como en Meis, Caldas y Portas, reconoce que se disgustó al saber que la capilla se había utilizado para fines festivos: «No me pareció el lugar adecuado. Además, yo no había tenido conocimiento de nada». Tirando de prudencia, le pareció que lo más conveniente era sentarse a hablar con los vecinos de este asunto, así que los reunió: «La verdad es que fue un encuentro muy positivo en el que quedó todo arreglado. Se estableció un diálogo entre todos y se sentaron las bases para que en el futuro no ocurran estas cosas», dijo el sacerdote.
El edil José Suárez también se siente perjudicado por todo lo ocurrido. Dice que él solamente colaboró «como un veciño máis» y asegura que no tuvo el papel de organizador que algunos le atribuyen. Cree que no fue acertado sacar la foto frente al altar y con la Virgen al fondo, y destaca que los vecinos llevaban ya varios días «botando bombas de palenque» antes de que se celebrase la merendola en cuestión. Hubo quien dijo incluso que, con Suárez de por medio, aquello había adquirido tintes de mitin político. Él lo niega totalmente: «Non fixen ningunha proclama», defiende. Luego, insiste que con esta polémica se busca dañar su imagen: «Para min que todo isto estaba orquestado para aproveitar esta ocasión e ir por min, para que quedara mal. Eu participei como calquera outro veciño, non organicei nada nin teño as chaves da capela. Isto, claramente, é unha encerrona política contra min», señaló.
La capilla, eso sí, parece que quedó
impoluta después de la fiesta. O al menos eso defienden algunos
participantes. Lo que está claro es que en Búa, esta Navidad, en vez de
armarse el Belén se armó.... el furancho.
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