Una morañesa exige una solución para que no bajen los animales
Lola Muiños tiene 67 años y está viuda. Vive con una pensión de 600 euros en el lugar de Trambosríos, en la parroquia de San Martiño de Laxe (Moraña), y tiene a su cargo a dos nietos de 16 y 10 años. Su hijo y su nuera, que están en paro, acaban de dejar la casa familiar en busca de trabajo. A esta complicada situación, que comparten muchos gallegos, se suma un enemigo foráneo. Son los caballos que bajan del monte Acibal y que destrozan lo que cultiva en su finca.Esta mujer no tiene consuelo, pero tampoco piensa rendirse: «Estou desesperada, os cabalos baixan, entran na veiga e acaban con todo o que teño para comer». Lola ya acudió al Concello de Moraña para denunciar los daños que causan los equinos y piensa dirigirse a la Asociación Cabalar Monte Acibal. «O que non entendo é por que se lle dá prioridade aos donos dos animais, teñen que poñerlle un chip, pero non pasa nada se non o teñen», denuncia.
Para esta abuela todos los afectados de Galicia deberían unirse para hacerse oír y exigir una solución. «Non son eu soa, a outros veciños tamén lles estragaron as coles e agora as deixan de botar», explica.
Ella no puede permitirse ese lujo. «Os ingresos na casa son os que son e hai necesidade. Eu cultivo cebolas, patacas, leitugas e repolo e iso é unha axuda moi grande na casa. Nós non somos xente ou que», se pregunta. Los caballos bajan en manada y acceden sin dificultad a las fincas, a veces por la noche. «O outro día gastei 40 euros en non sei cantos metros de rede e total non serviu de nada. Pois que me dean os cartos para vallar, aínda que as veces é imposible pechalo todo», subraya.
Lola perdió la cuenta de cuántas visitas le hicieron los caballos. «As veces penso que se tivera unha escopeta eu mesma mataba ás bestas, e me dá igual que me leven presa porque alí polo menos estou á sombra», apunta. Ese pensamiento que se le pasa por la cabeza es fruto de la impotencia y el cansancio que siente. Una situación a la que no es ajeno su nieto, que está en el instituto. «O outro día díxome: ??Avoa non chores, que xa te axudo eu a vallar??». Lo cuenta y su voz vuelve a temblar.
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