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miƩrcoles, 30 de marzo de 2016

La N-550, un vial con tramos muy distintos y peligro constante en la orilla



Peregrinos, niƱos que cogen el bus o agricultores con carretillas en el arcƩn obligan a ir con tiento en todo el recorrido

Las comparaciones siempre son odiosas, sobre todo si uno las sufre en sus carnes. Esa idea le venĆ­a ayer a uno en la cabeza cuando se proponĆ­a recorrer la N-550, la carretera «de toda la vida» de Santiago a Vigo y mientras su vehĆ­culo se veĆ­a enzarzado en travesĆ­as con trĆ”fico lento, limitaciones constantes de velocidad y cruces y mĆ”s cruces de repente miraba hacia un lado del vial y veĆ­a la AP-9, con los vehĆ­culos a toda velocidad sin retención alguna. ¡QuĆ© diferencia!
El recorrido empieza en Pontecesures. Y empieza mal. Algo antes de las once de la mañana, uno pierda la paciencia ya en la primera travesía. Hay trÔfico por doquier. Así que se tardan varios minutos en enfilar hacia Caldas. Cuando por fin uno se pone en ruta, la cosa mejora. El firme estÔ bastante bien salvo por algún pequeño detalle y, conforme uno se acerca al territorio caldense, el trÔfico va a menos. AdemÔs, gracias a la variante que Fomento construyó, en Caldas uno hasta saca pecho y piensa que, quizÔs, se equivoquen los que pagan y van por la AP-9. Porque en el tramo caldense, sobre todo en la circunvalación, el coche va casi como un llanero solitario. Apenas hay trÔfico y poco rastro de los camiones que kilómetros atrÔs desesperaban a uno.
Pero la alegría se acaba pronto en la carretera del pobre. En Briallos, ya en Portas, ayer ya se notaba mÔs trÔfico. Encima, en esa zona, uno se daba cuenta de una circunstancia que es eterna compañera en este vial: hay peligro constante en la orilla. Ora aparecen peregrinos, como Michael, un austríaco que ayer indicaba que no le gustaba la cantidad de automóviles que pasaban casi rozÔndole la piel. MÔs adelante son los niños que se bajan de un autobús o un hombre cargado con una carretilla de hierba. La cantidad de casas que hay pegadas al vial es enorme y, por tanto, el trasiego de peatones también.
En O Cruceiro de Briallos, de hecho, habĆ­a un vecino intentando cruzar a pelo, sin paso elevado ni otro elemento de protección. «AquĆ­ cruzamos como podemos, non queda outra», afirmaba. Y es cierto. Porque mĆ”s adelante uno se seguĆ­a encontrando viandantes a la carrera incluso en las zonas con tres carriles.
Entrada a la ciudad
El susto mĆ”s grande, si uno no conoce la carretera, se lo lleva el conductor llegando a Pontevedra. ¿Por quĆ© el coche de repente hace ruido? La culpa es del firme que hay a la altura de las facultades, al que aplicarle el adjetivo de obsoleto es ser bondadoso con Ć©l. Pasando Pontevedra y enfilando hacia Vilanova, llega el sufrimiento por la lentitud del trĆ”fico. AhĆ­, nuevamente, uno maldice el momento en el que no pagó para ir por la AP-9.
El paso de camiones es constante y sonante. Y, para acabar un poco mÔs con la paciencia del conductor, hay cruces por todas partes. Continuas intersecciones, rotondas y otras hierbas que hacen que, para salvar los 57 kilómetros que van desde Pontecesures a Vilaboa haga falta casi una hora. Al menos eso era lo que sucedía ayer a media mañana.
Carteles que hablan por sí solos. En la N-550 hay varias zonas señalizadas como de concentración de accidentes. Distintos vecinos reclaman que se pongan mÔs. fotos maría hermida
La rotonda donde se resbala por culpa de las naranjas. Un naranjo escupe sus frutos de forma continua en una rotonda. Esto hace que el firme acabe convertido en pista de patinaje.
¿SeƱales en desuso? A lo largo del vial, como en este tramo de Valga, hay seƱales luminosas apagadas y, en algĆŗn caso, en mal estado. TambiĆ©n hay carteles que apenas se leen a lo lejos.
La soledad de la variante. Ayer por la mañana, el único momento de soledad en el viaje por la N-550 desde Cesures a Vilaboa era en la variante de Caldas. Apenas se cruzaban uno o dos coches.
Peregrinos por doquier. Ayer eran numerosos los peregrinos que circulaban a orillas de la N-550. En la foto, Michael, un austrĆ­aco de Viena al que no le gustaba el paso constante de coches.
Tramos a 40, 50 y 70 hasta aburrir. Las limitaciones a 40 y 50 son constantes, como en esta zona de Portas. Algunas curiosas: hay tres carriles y lĆ­mite a 70, por lo que es difĆ­cil adelantar.
Y de repente... el traqueteo. El firme de la N-550 estĆ” medianamente bien en casi todo el recorrido. Pero al llegar a Pontevedra ciudad la cosa cambia: el traqueteo del coche se hace constante.
Peatones que se juegan el tipo. Cruzar es una odisea en todo el vial. En la foto, al fondo, unos peatones se la juegan en Vilaboa. La imagen se repite constantemente en distintos puntos.

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/vilaboa/2016/03/29/vial-tramos-distintos-peligro-constante-orilla-pontecesurespontecesures-valgacaldas-portasportas-barropontevedravilaboa/0003_201603P29C2993.htm

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