Tras once años en una peluquería de Barrantes, decidió dejar esas seguridad y emprender de cero, para montar su negocio
Hablar con Damián supone hacerlo con alguien que, aunque joven, conoce bien los entresijos de la vida, o al menos, de cómo asaltarla para ser feliz. «Felicidad, que bonito nombre tienes», que cantaba La Cabra Mecánica. Pues sí, y este barbero, natural de Ribadumia, quiso apostar por ella.«A mí no me gusta decir que tengo un trabajo, sino más bien que tengo un hobby. Cierro domingo y lunes, y de verdad, yo el sábado por la noche, cuando salgo con mis amigos, ya estoy pensando en cortar el pelo el martes», ríe este barbero que ronda la treintena, con 28 años, y que apostó por montar su propio negocio en un pequeño núcleo rural como es San Antoniño, en Barro, y no en una ciudad como hubiera sido lo lógico a priori. «Aquí nadie me aseguraba nada», confiesa; pero el decidió abrir un establecimiento especializado en barbas, tatuajes y pirsin. Un año después, ya se ha ganado la confianza de todos los vecinos.
«Claro, yo que tengo tatuajes y tal, que podría decirse que visto moderno, los primeros vecinos que entraron por la puerta me miraron raro. «¿Ti sabes cortar o pelo?» Me dijo el que ahora es un cliente habitual», ríe Damián, que para nada cumple esa imagen típica de dueño de una peluquería en el rural, con mandilón azul celeste, la tele puesta y un montón de viejas revistas del corazón en algún asiento. Todo ello se sustituye por una caja de herramientas -literalmente- que utiliza para guardar y apoyar sus aparejos, sean tijeras, maquinillas o navajas; y, en algunas ocasiones, una motocicleta. Porque sí, si uno lleva moto a esta barbería y quiere que decore el interior mientras se corta el pelo, puede hacerlo, aparcarla a buen recaudo en su interior. «Tengo varios clientes que lo hacen porque nos gustan las motos, y mira, mejor aquí dentro que fuera».
Damián siempre quiso ser un maestro de las tijeras. Cuando era adolescente confiesa que siempre era el último en salir del baño, peinándose de una forma, de otra, probando estilos. La aventura profesional la emprendió temprano. Nada más acabar el instituto, con el graduado de ESO en la mano, apostó por la peluquería. Estuvo dos años en la academia París, para luego pasar los siguientes once años en Barrantes, trabajando en una peluquería de la zona. «Era mixta y yo la verdad es que prefiero cortarle el pelo a hombres. Se me da mejor, es lo que me gusta. Aprendí a cortárselo a las mujeres, lo estuve haciendo once años pero... No me convence», explica. «Después de dejarlo me propuse hacer algo diferente, algo que me llenase a mí. Hice un pequeño estudio de cómo podía llevarlo a cabo y me decanté por Barro, que a día de hoy lo considero todo un acierto».
Sus clientes son vecinos pero también los hay visitantes. Su privilegiada posición en la N-550 hace que algunos conductores lo eligieran como su peluquero y aparquen para cambiarse el look. «San Antoniño tiene más vida de la que la gente cree. Es una zona muy transitada. No exagero si te digo que hasta hace poco, el 90 % de los clientes me venían de fuera del Concello. Ahora ya ha ido cambiando la cosa». El joven de Ribadumia tiene familia en la zona de A Portela, aunque no fue un dato relevante a la hora de tratar de abrir su negocio, que posee un marcado aspecto vintage. Un estilo que en el año y algo que lleva abierto, Damián ha ido implementando en la zona, y de foráneo ha pasado a ser otro establecimiento local. «Una barbería en la que también te puedes tatuar o poner pendientes. Pues sí, suena raro, pero yo creo que uno siempre debe hacer cosas diferentes si confía en ellas».
Jóvenes con frondosas barbas que llegan en moto o jubilados de Barro que aparcan el bastón. Dos clientes diferentes, dos estilos que Damián ha querido dominar a golpe de tijera y navaja. Parece haberlo conseguido.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/2016/12/16/joven-barbero-modernizo-cabelleras-barro/0003_201612P16C12991.htm
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