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martes, 4 de diciembre de 2018

El rastro del "gas silencioso" en la comarca

Una decena de municipios, entre ellos el de Pontevedra, presentan elevados registros de radón -Se vincula con el cáncer de pulmón y se aconsejan mediciones en los hogares



Un total de 17 municipios gallegos, cuatro en la provincia de Pontevedra, presentan elevadas concentraciones de gas radón en el 100% de su territorio y entre ellos aparece Campo Lameiro. Es un caso extremo en una comarca como la pontevedresa, donde este peligroso gas, que se vincula con el aumento de los casos de cáncer de pulmón y emana del suelo granítico, se presenta en dosis de riesgo en al menos otros nueve municipios, Vilaboa, Moraña, Portas, Barro, Marín, Barro, Cerdedo-Cotobade, A Lama, Sanxenxo y la propia capital registran la presencia de este gas en un tercio o más de todo su suelo.
Así se pone de manifiesto en la página web del Laboratorio del Radón de Galicia, una entidad que impulsa la Universidade de Santiago de Compostela y que no solo realiza un seguimiento constante de estas emisiones, sino que facilita a los particulares la posibilidad de efectuar mediciones en sus casas.
La exposición al radón es, tras el tabaco, el segundo factor de riesgo de cáncer de pulmón y el primero en personas que nunca fumaron. Incoloro, inodoro e insípido, resulta perjudicial para la salud y Galicia es uno de los principales afectados por este riesgo, ya que el granito está en la base de este fenómeno.
El sustrato geológico granítico gallego contiene uranio en "grandes cantidades", según los expertos, sobre todo en las provincias de Pontevedra y Ourense, que encabezan la estadística de porcentajes de hogares sometidos a altas concentraciones del gas y se sitúan entre las zonas más expuestas del país, junto a la Sierra del Guadarrama, Extremadura y Castilla y León.
Datos por municipios
Ese porcentaje del 100% se alcanza en Campo Lameiro, famoso por su granito negro, Ribadumia, Mondariz y Fornelos de Montes, mientras que otros tres municipios están en Lugo y los diez restantes en Ourense.
El radón se mide en becquerelios por metro cúbico y llegar a los 300 supone una alerta total de riesgo según la normativa europea, pero se aconseja no superar los 200, una barrera que sí se rebasa en el 27% de toda la comarca pontevedresa.
Aunque se trata de mediciones orientativas, ya que el dato real se obtiene de las mediciones directas en las viviendas, el Laboratorio de Radón de Galicia ya ha realizado más de 3.400 análisis y dispone de un mapa demoledor ya que el 80% de las comarcas gallegas registran mediciones elevadas si se toma como referencia el límite con el que ellos trabajan, 200 becquerelios por metro cúbico.
Con ese límite, la exposición es la siguiente en la comarca: Campo Lameiro (100% del territorio), Vilaboa (60%), A Lama (50), Portas (50), Marín (43), Poio (38), Moraña (33), Sanxenxo (33), Barro (33), Cerdedo-Cotobade (29) y Pontevedra (23%). En Caldas, Cuntis, y Ponte Caldelas el porcentaje es del 0%, por lo tanto, aparentemente libres de estas emisiones.
En todos estos territorios se han realizado al menos 148 mediciones, 57 de ellas en la capital, muy por encima de los demás municipios. Apenas 14 en Marín, y únicamente tres en Barro o Campo Lameiro y dos en A Lama. En Poio fueron 13, nueve en Sanxenxo y ocho en Caldas.
El acceso a la solicitud de una medición en Radonlab es sencillo, ya que puede tramitarse a través de la página web. Posteriormente, técnicos de la Universidade de Santiago se desplazarán al domicilio del solicitante y realizarán una medición en tres puntos de la vivienda durante un determinado plazo de tiempo. Si los resultados superan los umbrales de exposición aconsejados, un equipo integrado por ingenieros y arquitectos coordinados con el proyecto de la USC, recomendarán al peticionario una serie de actuaciones a realizar para rebajar la presencia de este gas. El objetivo es reducir la exposición al radón en los hogares.
El coste por realizar la medición por parte de la USC es de 160 euros, y las obras a ejecutar varían en función del inmueble y la actuación necesaria, una vez que se haya detectado el foco de entrada: Por cien euros podría resolverse, pero ya hubo casos extremos de 20.000. La media por vivienda podría estar entre 1.500 y 2.000 euros.
Se aconseja realizar estos análisis en todos los casos, pero especialmente en los territorios con más factor de riesgo. Si 200 becquerelios es ya excesivo, llegar a 300 se considera peligroso. Este índice se registra en el 60% del territorio de Vilaboa, el 50% de A Lama, un tercio de Barro, Moraña y Campo Lameiro, el 25% de Portas, el 15% de Poio y el 14 de Moraña y el 11% de Pontevedra y Sanxenxo. No hay positivo alguno, en este nivel máximo, en Caldas, Cuntis, Cerdedo-Cotobade y Ponte Caldelas.
Los datos del Laboratorio de Radón de la USC muestran que el 23,3% de las casas en Galicia presenta un riesgo alto de concentración de radón si se usa el límite de 200 y un 12% si es 300. Este gas noble prefiere la provincia de Pontevedra (donde serían un 28,6% los hogares los afectados con el límite viejo y un 14,8% con el nuevo) y Ourense (con uno de cada tres concellos muy expuestos hasta ahora y uno de cada cinco al subir el umbral). En comarcas como Verín, incluso con 300, un 35,5% de las casas estarían muy expuestas.
Uranio
El radón es un gas radiactivo que procede de la descomposición del uranio de la corteza terrestre, y que está presente en mayor medida en zonas de subsuelo granítico, emanando a la superficie a través de las grietas que existen en la piedra. Es incoloro, inodoro e insípido, lo que lo convierte en un enemigo silencioso, imposible de detectar por los sentidos. Galicia, por su configuración granítica envejecida, es una de las zonas más expuestas de la Península Ibérica.
La presencia del radón en el exterior de las viviendas es baja, pero tiende a acumularse dentro de los espacios habitables, y es ahí donde la exposición a él se convierte en factor de riesgo porque al inhalarlo se descompone en partículas alfa radiactivas que impactan en los pulmones. Para prevenir las exposiciones prolongadas, se recomienda ventilar frecuentemente la vivienda. Pero para reducir de forma estable la presencia del gas en las viviendas, hay que actuar sobre el aislamiento con respecto al suelo.

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