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martes, 18 de diciembre de 2018

María Diéguez: "Vendieron mi casa a un fondo buitre, que la explotará todo lo que pueda"


La vecina de Barro logró, a través de la PAH de Pontevedra, un alquiler reducido para seguir en su vivienda un máximo de dos años -En mayo de 2019 deberá abandonarla

María Diéguez tardó cerca de un año y medio en conseguir que el banco le concediese un alquiler social sobre su vivienda con hipoteca. Su lucha comenzó en enero de 2016 y llegó a un acuerdo con la entidad financiera en mayo de 2017. Le concedieron dos años, hasta mediados de 2019, para vivir en su casa en el concello de Barro con una cuota reducida de 270 euros. A partir de entonces, el fondo buitre que la ha adquirido ya podrá disponer de ella libremente.
"Luché por lo que yo quería porque al banco solo le interesaba la dación en pago, entregar la casa por la deuda, pero yo me encontraba sin una sustitución habitacional. Mi sueldo no me daba para un alquiler tal cual se ofrecen en el mercado, así que lo único que podía afrontar era un alquiler social", explica.
FARO ya había hablado en la primavera de 2016 con la vecina de Barro cuando esta luchaba, de la mano de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Pontevedra por lograr ese arrendamiento reducido. En esta nueva entrevista, Diéguez reconoce fue difícil lograr este acuerdo, pero que a ella le ha servido para poder continuar viviendo con su hija, que ahora tiene diez años, en lo que ambas consideraban su hogar y en una localidad que las había recibido "muy bien".
"En esta zona la media de los alquileres es de 350 euros, así que yo no iba a encontrar otro más barato", reconoce Diéguez respecto a la cantidad acordada. Sin embargo, antes de llegar a esto, llegó a sufrir incluso amenazas, tal y como confiesa. "Durante ese año, mientras no estuve dentro del real decreto, lo que se conoce como el código de buenas prácticas, incluso llegaron a amenazarme con llevarme al juzgado porque yo quería que me bajasen un poco el alquiler", informa.
"Yo no podía hacerme cargo de una hipoteca de 800 euros, que era la cuota que correspondería a mi parte y la de mi expareja. Y aunque solo pudiese pagar los 400 de mi mitad, el banco iba a ejecutar igualmente con la otra mitad. Yo estaba en la misma situación, me iba a quedar en la calle igual", asegura.
El acuerdo le permite estar en el piso de alquiler hasta un máximo de dos años.
A partir de ese momento ella tendrá que buscarse la vida. Tendrá una vivienda asegurada en Vilagarcía de Arousa gracias a la ayuda de sus padres. "Mis padres me darán mi herencia. Es un piso a reformar", dice agradecida.
Sobre el dinero que ha perdido en la casa que tendrá que entregar, María Diéguez prefiere no pensar que ha sido en vano. "Mi hija disfrutó de su hogar en el lugar que ella conocía, que era lo que a mí me interesaba realmente", confiesa.
"Pero la vida es la vida, y si hay que cambiar...", dice.
Ayuda de la plataforma
Para María Diéguez su vida a día de hoy no sería lo mismo sin la ayuda de la PAH de Pontevedra, tanto a efectos prácticos de su vivienda como a nivel anímico, para poder superar una fase tan dura.
"Sobrellevar todo el tema hubiera sido imposible", manifiesta.
La afectada por la hipoteca solicitó en el contrato de alquiler el derecho al tanteo y retracto, que le otorga la preferencia en el caso de compraventa de la vivienda. "No me lo querían dar. En cualquier momento de mi vida podía haber tenido suerte y poder comprarla. Si no tenía esa oportunidad, como parece que va a ser, ya me quedo fuera, pero si realmente se presentase podría perderla", resume.
Finalmente, la propiedad fue vendida por 124.000 euros a un fondo buitre. "La van a explotar lo máximo que puedan, está claro. Aunque a mí están obligados a tenerme en alquiler hasta mayo de 2019", afirma.
"En cualquier caso, el fondo buitre tiene la obligación de poner en alquiler cinco años la propiedad. Es una ley que evita la compraventa continua para que no haya especulación, pero en realidad también lo van a hacer a través de un alquiler", se lamenta Diéguez.
Sentimiento de enfado
El sentimiento que toda esta situación le genera es, tal y como asegura, de enfado. "Lo primero que sientes es un enfado muy grande. Todavía lo siento ahora mismo con los casos que llevamos desde la plataforma", declara.
"¿Cómo pueden pensar que una familia en una situación delicada puede pagar una hipoteca, pagar impuestos, recibos... ¡no llegas! Tú tienes que luchar por que no te hundan, porque lo hacen moralmente, económicamente... Y ya bastante duro es el día a día como para que te hundan todavía más", sostiene.
María Diéguez es una miembro activa de la PAH de Pontevedra, a la que confiesa que le debe mucho. Le acompaña en muchas ocasiones su hija. "Se interesa mucho por todos los casos. Ella sabe desde el primer día qué es el código de buenas prácticas. Me gusta que sepa lo que puede llegar a conseguir con su fuerza. Cuando sea adulta decidirá si quiere ser una activista más o no", concluye.

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