Vecinos y empresarios relatan cómo es la convivencia con una vía de estas características
Miles de pontevedreses cohabitan diariamente con
algunas de las carreteras más peligrosas de Galicia. Son vías en las
que, jornada tras jornada, se producen accidentes y sobre las que la
Guardia Civil ha reforzado el control. A uno y otro lado de este
asfalto, familias y negocios conviven con el riesgo, al tiempo que
exigen medidas de calmado del tráfico. En su mayor parte, coinciden en
el diagnóstico del problema: la velocidad excesiva.
La Dirección General de Tráfico ha identificado en la
comarca capitalina media docena de carreteras convencionales de
especial peligrosidad. Esta catalogación obedece al número de accidentes
que se contabilizan y su gravedad, pero también se lleva a cabo en
función de las velocidades medias que se registran.
De este modo, la N-550, que comunica A Coruña con
Tui, no solo es la carretera con más tramos incluidos en este dramático
listado, cuatro, sino que es la que más kilómetros de pavimento suma de
riesgo circulatorio, algo más de 56 entre los municipios del entorno de
Pontevedra.
Al
borde de esta vía de comunicación se ubica el bar Senra, cuyo
propietario, Javier Senra, reconoce haber visto de todo en los 33 años
que lleva al frente del mismo. «É perigosa, pero danos a vida. A nós vennos ben que haxa tránsito», apunta, al tiempo que asume que sería preciso rebajar el límite de velocidad: «Non se respecta, sobre todo nas zonas onde hai moitas naves e comercios. Non hai un paso de peóns, non hai nada».
En estas más de tres décadas, las proximidades de
este establecimiento hostelero han sido escenario, fácilmente, de más de
una docena de accidentes con heridos. «Agora xa hai
bastante tempo que non hai ningún. Dende que fixeron a glorieta, levamos
uns anos que non vin accidente grave ningún», explica, al tiempo
que refiere que sus clientes protestan por las dificultades que
encuentran para atravesar la carretera porque «hai demasiado tránsito e consideran que sería preciso un semáforo ou un paso de peóns».
A unos cuanto kilómetros, María Dolores Dios y su
familia residen en uno de los dos tramos de la N-541 calificados como
especialmente peligrosos. Al borde de una larga recta, en Tenorio
(Cotobade) se ubica su vivienda, desde la que ha sido testigo de muchos
siniestros y atropellos, incluido el de un primo que reside casi que
puerta con puerta con su domicilio -«tivo sorte e aínda está aí»-. «Perigosa
si que é porque non hai un paso de cebra. É unha estrada xeral moi
transitada e para cruzar, tanto para nenos como para anciáns, é moi
complicado».
María Dolores reconoce que la intensificación de la
vigilancia con radares móviles da sus frutos y consigue que los
conductores pisen el freno. Precisamente este es uno de los objetivos
que busca la DGT con su Plan de Vigilancia Integral, que, entre otros
aspectos, supone incrementar la presencia del radar en este tipo de
tramos. «Cando non están, pasan... que nin se miran».
En los últimos días, una de estas vías se cobró, de
nuevo, la vida de una persona, ocupante de un turismo que colisionó en
la curva de Curro (Barro). En este punto de la PO-531 se han producido
innumerables siniestros: «Tienes que estar con cuatro ojos. En cualquier
momento se sale un coche de la vía. Algo tiene que tener el asfalto»,
apreciación que comparten muchos de los accidentados y que sostiene
Carlos Bemposta, empleado desde hace un cuarto de siglo en las
gasolineras de Repsol situadas en este punto. «En esta carretera estamos
vendidos, es la muerte. Suben a mucha velocidad y desde que retiraron
el radar [fijo] casi siempre hay accidentes cuando llueve. Y estamos en
Galicia», apunta al respecto.
Hace escasos días, la DGT actualizó los tramos negros
de la red viaria pontevedresa e incluyó, por primera vez, la PO-551,
que une Marín con Bueu y otras localidades de O Morrazo. En uno de los
dos tramos reseñados y a escasa distancia de la curva del matadero, se
sitúa la tienda de Álvaro García Rey. Asume que los vehículos suelen
circular «un poco rápido» y que raro es el coche que no sobrepasa el
límite de 50 kilómetros, aunque considera que no se puede hablar de que
sea una carretera peligrosa.
Tras estimar que es inviable colocar badenes para
rebajar la velocidad, estimó que una solución pasaría por una mayor
presencia de la Guardia Civil. Este aumento de la vigilancia también se
establecerá en las dos últimas carreteras convencionales con tramos
peligrosos, la variante de Marín (VG 4.4) y el tramo no desdoblado de la
vía de O Salnés (VG 4.1), entre Sanxenxo y A Lanzada.
www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/marin/2015/10/11/carretera-vendidos/0003_201510P11C2991.htm
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