En la N-550 y en la N-525. Esas son las carreteras
seleccionadas por los responsables de Tráfico en Galicia para instalar
antes de que acabe el año los primeros radares de tramo en carreteras
convencionales. Estos dispositivos no son extraños para los conductores
gallegos, que conocen el funcionamiento de esos controles de velocidad
desde finales del año 2011, cuando la DGT puso en marcha el primer radar
de tramo de Galicia, en el túnel de O Sartego, en la autopista AP-9,
entre Fene y Neda. Le siguieron otros tres dispositivos similares, que
se instalaron en las autovías AG-64, en las proximidades de As Pontes, y
A-8, en el alto do Fiouco, en Mondoñedo, y en la autopista AG-55, entre
Arteixo y Carballo.
La efectividad de los dispositivos quedó demostrada
en todos los casos, según fuentes de Tráfico, porque lograron reducir la
velocidad media en las autovías y autopistas al obligar a mantener el
límite fijado en la vía durante varios kilómetros y no en un solo punto,
como el resto de los radares. Pero la asignatura pendiente son las
carreteras convencionales. Y ahí es donde han puesto el objetivo los
responsables de la seguridad vial en Galicia, que pretenden que los
nuevos radares ayuden a reducir la accidentalidad. Por eso se han
elegido dos carreteras que presentan una importante conflictividad vial.
La N-550, que comunica las provincias de A Coruña y Pontevedra, que
discurre paralela a la AP-9 y mantiene una alta densidad circulatoria.
Atraviesa núcleos de población y en los últimos años se ha convertido en
la alternativa gratuita a la autopista, lo que ha disparado el tráfico
de vehículos. El radar estará ubicado en un tramo de la provincia de A
Coruña, en zonas consideradas de riesgo por las elevadas velocidades que
se han venido detectando. Los técnicos de Tráfico están analizando los
informes elaborados por la Guardia Civil de Tráfico para concretar el
lugar exacto en que se ubicará el control.
Puntos de riesgo
Las
mismas pautas se seguirán para instalar el radar de tramo previsto para
la N-525, otra carretera nacional de elevada intensidad circulatoria y
que presenta varios puntos de riesgo, especialmente a su paso por la
provincia de Ourense, donde está previsto ubicar el control de
velocidad.
El objetivo de este tipo de radares es reducir la
velocidad media y la siniestralidad en las carreteras convencionales,
que son las que presentan mayores riesgos por la existencia de
circulación en ambos sentidos y sin mediana física de separación, como
explica María Victoria Gómez Dobarro, coordinadora de la DGT en Galicia.
Aclara que los nuevos dispositivos estarán señalizados con antelación,
como ocurre con los radares de tramo ya existentes en las autovías y
autopistas de Galicia.
Cada radar de tramo consta de dos lectores de
matrícula, que graban la entrada y la salida de los vehículos para
establecer el tiempo empleado entre los dos puntos. Un sistema
informático calcula la velocidad media y si esta supera la establecida
para la vía se tramita la denuncia de forma automática. Los datos del
vehículo infractor son enviados al centro de denuncias que la DGT tiene
en León.
Además de estos dos nuevos radares de tramo, Tráfico
tiene prevista la instalación de otro nuevo dispositivo de control de
velocidad en la A-8, en O Fiouco, entre los mismos puntos kilométricos
en que se encuentra el actual radar, aunque en sentido Galicia. Este
dispositivo de control de la velocidad se enmarca dentro de las medidas
de vigilancia fijadas por la DGT para este punto que permanece cerrado
al tráfico buena parte del año debido a la espesa niebla de la zona. Las
fuentes consultadas explican que incluso con escasa visibilidad se
detectan velocidades muy elevadas en este tramo, que tiene un límite de
100 km/h.
Vías en las que ocurren el 80 % de los siniestros mortales
La vigilancia de la velocidad en las carreteras
convencionales se realiza en la actualidad con los radares que utilizan
las patrullas móviles de la Guardia Civil de Tráfico, que desde hace
meses cuentan con el apoyo de la unidad aérea con el helicóptero Pegasus
que la DGT tiene destinado en Galicia. La puesta en marcha de los
radares de tramo permitirá ampliar el área de control en la red viaria
de forma que los controles de velocidad de la Guardia Civil puedan
aumentar su movilidad y establecer los controles en función de las
necesidades de cada momento.
La red convencional de carreteras representa en estos
momentos la mayor preocupación para las autoridades responsables de la
seguridad vial en Galicia debido a su siniestralidad. De hecho, es en
ese tipo de carreteras donde se concentran el mayor número de zonas de
riesgo de accidente. En la red convencional se registraron alrededor del
80 % de los accidentes mortales ocurridos en lo que va de este año en
Galicia. El porcentaje de los siniestros se eleva si se tienen en cuenta
los siniestros ocurridos en pistas y caminos vecinales.
Un elevado porcentaje de los accidentes con víctimas
que se producen en Galicia tiene como factor principal la velocidad
inadecuada, aunque esta se considera decisiva también en los siniestros
que se atribuyen a las distracciones y al cansancio, donde la velocidad
multiplica la gravedad de los siniestros.
A la vista de los resultados que se obtengan con la
puesta en marcha de los radares de tramo de las carreteras N-550 y de la
N-525 es muy probable que se proceda a la instalación de más controles
de ese tipo tanto en otras vías convencionales como en las autovías y
autopistas de Galicia, donde podrían sustituir a los actuales radares
fijos de pórticos y cabinas laterales que solo vigilan un punto
determinado de la carretera.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2015/10/13/galicia-estrenara-ano-radares-tramo-carreteras-convencionales/0003_201510G13P2991.htm?piano_t=1
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