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sábado, 11 de julio de 2015

YES de La Voz de Galicia. De cabeza a las mejores piscinas naturales. Barosa



Shhhh. Que nadie se entere, mira, mira, asómate aquí. ¿Lo ves? Acércate un poco más, cuidado al bajar por estas rocas, un poco más, un poco más, ya casi estamos, pero ojo no resbales con las chanclas. ¡Ahí, ahí! Mira la foto de la izquierda, ¿qué te dijimos? ¿No merecía la pena esta excursión? No es un farol, muy poca gente sabe que existe este lugar privilegiado, por eso quienes lo conocen lo disfrutan como el paraíso que es. Juan, Sergio, Brais y Sabela están acostumbrados a esta delicia y nos la descubren para YES, a riesgo de que se le eche todo el pueblo encima. No es Santorini, ni Athos (donde dicen que está una de las piscinas naturales más bonitas del mundo), esta nos queda mucho más cerca. Oculta entre las rocas, no llega con pararse en el faro de O Roncudo, en Corme, para acceder a ella. Una vez que estás allí hay que echar la mirada al mar por la derecha, apoyar bien los pies y andar solo unos metros. Un paso, dos pasos, tres pasos, cuatro pasos. Y el océano se recoge en una estampa inigualable. Refugiada entre percebes como puños esta piscina natural bebe las aguas del Atlántico, que en este punto de A Costa da Morte se despeja cuando baja la marea. Y si además no hay nordés, como es el caso, el chapuzón no nos ahogará la respiración. Así que de cabeza vamos. A la de tres, sincronizados, Juan, Sergio y Brais nos lanzan un grito que corta: «Non está fríaaaa».
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Desde luego dan envidia, también a Sabela, que antes de tirarse al agua nos sopla el secreto a favor:
«Sabémolo nós, de fóra case ninguén sabe que isto está aquí». Hay profundidad suficiente para repetir el salto sin problema ?¡que para algo son de Corme!? así que nos demuestran con conocimiento que no hay más peligro que la ignorancia. «Eu de pequeno xa vin a bañarme a esta piscina natural moitas veces ?confiesa Brais, que a sus 27 años es buzo y otra cosa no, pero el tema lo conoce bien a fondo?, o que hai é que controlar ben o mar, polas mareas, se hai mar aberto». «Non é para tomar o sol, porque non hai case unha pedra onde poñer a toalla»,  apunta Sabela. El lujo está en el entorno, en esas aguas transparentes y en que ni en los días más calurosos hay un alma. «É para vivir como unha experiencia única, aquí a natureza é salvaxe. Moitas veces o mellor témolo a carón da casa e non nos decatamos», concluye Brais. Se mire por donde se mire la imagen impresiona, más que esas fotografías que corren por las redes sociales haciendo el ránking de las mejores piscinas naturales del mundo. En Corme el océano se saborea, ¡cómo huele!, y Juan, Brais, Sabela y Sergio se zambullen haciéndonos el gesto de «ven, ven». Que me tirooo. «A xente de aquí somos así, cando queres ir ao baño deixámoste o da nosa casa», ejemplifica Sabela mientras se envuelve en la toalla. Este mar les pertenece y nos han dado la mejor invitación. Que sí, que un océano cabe en una piscina. ¿Cuántas no habrá así, escondidas, a lo largo de la costa? En Corme nos dejan con las sal en los labios ¡glups!, pero YES sigue la excursión. Unos kilómetros hacia dentro, y en el concello de Muxía, el agua se hace dulce. Tanto que algunos novios escogen este paraje para su reportaje de recién casados. El río Castro se transforma en cascadas, en un jacuzzi natural, así que tocando a su puerta, toc, toc, despertamos a un grupo de jóvenes de su siesta privilegiada. Están solos, acomodados entre las piedras, en este locus amoenus que descubrió, hace unos años, para ellos Dani, un catalán al que le gusta «coger el coche y tirar y tirar». Lo acompañan Matías, Sergio, Laura y Lorena, que celebran la tranquilidad del lugar y se atreven a romperla con un buen chapuzón. En invierno esto es otra cosa, el agua sube varios metros, pero en esta época es ideal para quien busca estar apartado, solo hay que bajar unas escaleras y echarle valor. «El agua está fría, pero merece el baño», tirita Lorena, mientras Laura se acuna en brazos de Dani con un beso que sabe a tarde de verano. Aquel verano en Caldeiras do Castro.
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TOBOGANES IMPROVISADOS
Al pie de otra fervenza, Jorge López se moja: «No hay como las pozas de Barosa, del río Agra, en Barro [Pontevedra]». No solo porque desde 80 metros de altura vaya generando muchas, en forma y fondo. Las hay también de arena (una tiene 40 metros de ancho), pero en algunas las piedras se convierten en toboganes improvisados. En este parque la naturaleza da otro juego, con más de 17 muíños, y senderos para pasar el día en familia. Porque el acceso es fácil y hay incluso un restaurante por si apetece otro plan. Nada que ver con las  piscinas naturales de A Nuveira, en Arcos (Mazaricos), a 15 kilómetros de A Picota. Solo los más jóvenes se esconden en las pozas que deja uno de los afluentes del Xallas. En medio de carballeiras, el agua se dibuja entre sol y sombra, pero en la misma soledad de los que conocen el lugar. Para llevarse un bocata, unas latas de cerveza y tirarse a la bartola. YES da palabra de que existen, hasta allí llegó nuestro fotógrafo aunque no hay más señal que la de la naturaleza. Como en Melón (Ourense), en las Fervenzas do Tourón, donde las piedras son tumbonas y el río Cerves se tira otra vez a la piscina. Ay, qué fresca, me olvidaba de las de Ferreira de Pantón (en Monforte) solo para intrépidos que desciendan por una cuerda y las del río Pedras, en A Pobra, donde solo se exige tiempo para llegar a pie. El chapuzón vale la pena en todas, pero si hay que mojarse, me mojo... Quiero volver a Corme, que hay mucho mar. 

... Y LA MÁS BONITA ES ESTA
No tienen un cartel con el mérito, pero han sido consideradas por algunas asociaciones las mejores piscinas naturales de España. Y así lo asiente la alcaldesa de Oia, Rosa Otero, con un solo sustantivo: «maravilla». Las pozas de Mougás (en la imagen) y Lourenza son para «presumir y darlas a conocer al mundo entero ?explica con orgullo la regidora a YES? aunque es cierto que no están lo suficientemente publicitadas». El enclave es espectacular, pero el acceso no es fácil, sobre todo en Lourenza, donde hay que bajar por un sendero. Por eso son las preferidas por los más jóvenes que buscan un rincón único para darse un baño sin las miradas de la mayoría. «La naturaleza aquí se muestra virgen, así que no es extraño que te puedas encontrar a gente desnuda tomando el sol o en el agua porque el entorno te aísla del mundo», cuenta Rosa. Es más sencillo acercarse a las de Mougás por la carretera de la costa. Pero en cualquier caso la excursión merece un buen avituallamiento con mochila, comida y bebida para disfrutar del día. Incluso si hay tiempo el camino merece una visita a los restos arqueológicos del castro de A Cabeciña. Solo la sensación de descubrir las cascadas ocultas en el cañón rodeadas por toda la vegetación se premian con un gran salto al agua.
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Cascada de Augacaída
En Ferreira de Pantón (Monforte). La fervenza del Marce es un lugar fresco y sombrío para refrescarse. Ojo, que hay que bajar con unas cuerdas.
Cascadas de A Barosa
Este parque natural de Barro (Pontevedra) cuenta con varias pozas, algunas de arena, ideales para un día familiar. El acceso es fácil y el paraje espectacular. Con «muíños» y piedras para tomar el sol. 
Piscinas naturales en Nuveira, Mazaricos
Están en Arcos (Mazaricos dirección Dumbría). Un lugar «secreto» para los privilegiados que conocen la zona porque no hay señalización. Muchas parejas y gente joven las eligen. El bar más cercano está a varios kilómetros. 
Pozas de Melón (Ourense)
El río Cerves deja impresionantes cascadas de aguas cristalinas. Hay que tener cuidado para no resbalar y cierta precaución, pero el lugar es perfecto para una excursión de sol y agua dulce.
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