Un vecino, en el banquillo tras huir temerariamente en coche entre los asistentes a la romería de San Breixo del 2013
Quizás se creyó el protagonista de esas persecuciones
policiales con las que, periódicamente, ilustran sus informaciones los
telediarios, pero se olvidó de dos detalles. Que Barro no es Estados
Unidos y que siempre es el que huye el que termina peor parado.
Dicho y hecho. Un vecino de este municipio
pontevedrés acaba de ser condenado a dos años de prisión como autor de
un delito de conducción temeraria en concurso con un segundo cargo por
hacerlo estando privado del carné. Además, le impusieron cinco años de
privación del permiso de conducir.
Faltaban pocos minutos para las cinco de la madrugada
del 6 de octubre del 2013 y la romería de San Breixo, en Barro, daba
sus últimos estertores. Ante la posibilidad de que más de uno tuviese la
tentación de coger el coche con unas copas de más encima, la Guardia
Civil de Tráfico de Pontevedra habilitó un control preventivo de
alcoholemia en el kilómetro 105 de la N-550, carretera que comunica la
ciudad del Lérez con Caldas de Reis.
Los agentes le dieron el alto y el ahora condenado
piso el acelerador. Comenzó entonces una huida a ninguna parte en la que
este vecino de Barro obvió «las más elementales normas de precaución y
cuidado». A lo largo de poco menos de un kilómetro, y según acredita la
sentencia de la Audiencia Provincial, transitó a una velocidad
inadecuada llegando a invadir el carril contrario y obligando a otros
vehículos que venían de frente a apartarse de su camino ante el riesgo
de una colisión.
El acusado llegó a atravesar una zona próxima a donde
se desarrollaba la romería y ni por esas dejó de pisar el acelerador.
De este modo, se considera que continuó circulando a una «velocidad
totalmente inadecuada, pese a que había varios peatones por la calzada,
pues era noche de verbena».
Instantes después, su alocada huida terminaba al
perder el control del Volkswagen Golf, el cual terminó sufriendo una
salida de vía en una pista.
Pero ni por esas. Puso pies en polvorosa. No contaba,
sin embargo, con un par de detalles que, a la postre, cimentaron su
condena. Los guardias civiles lo identificaron fotográficamente, pero es
que, además, uno de los agentes ya lo conocía de una actuación
anterior.
Cuatro penas previas
Y es que este vecino es un viejo conocido del
instituto armado. No en vano, antes de esta condena de la Audiencia, ya
acumulaba otras cuatro penas previas, un historial que conllevó que se
le aplicará una agravante de reincidencia. Así, los magistrados señalan
que, a finales de enero del 2010, se le condenó por conducir sin
permiso, una conducta que repetiría en los meses de julio de ese mismo
año y de 2013, mientras que unos meses antes de esta última condena, en
febrero, se le declaró culpable de ponerse al volante de un vehículo
estando ebrio.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/2016/01/09/romeria-juzgado/0003_201601P9C8991.htm
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