El alto nivel de vida del que hacían gala en el Hostal dos Reis Católicos atrajo la atención de la Policía Nacional, y eso fue su perdición. La operación Dulce
ha permitido la aprehensión de tres toneladas de cocaína que se
almacenaban en una nave del polígono industrial de Curro, en el
municipio pontevedrés de Barro, y la detención de doce personas, entre
las que solo hay dos con pasaporte español y que se considera que eran
meros transportistas. Se trata de la mayor intervención en tierra de
cocaína en Galicia desde 1999.
Tras varios meses de investigaciones, en las que
colaboraron las agencias antidroga estadounidense (DEA) y británica
(NCA), la Policía Nacional constató que dos de los sospechosos, de nacionalidad holandesa, se encontraban a principios del pasado diciembre en la capital compostelana.
Allí se comportaban de manera ostentosa y no era raro verles sacar de
la cartera billetes de 500 euros, uno tras otro. Y tuvieron una serie de
reuniones con una organización afincada en la Costa del Sol y liderada
por el británico Gary Williams, de 41 años. En esos encuentros «tenían
los billetes desparramados por la mesa a la vista de todo el mundo»,
recoge Europa Press. Los contactos llegaron a buen puerto: medio millón
de euros por la primera entrega. El 14 del mes pasado, los agentes del
Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) y
de los Grupos Especiales de Operaciones (GEO) llevaron a cabo un
seguimiento minucioso de los holandeses que les condujo hasta la nave de
Curro.
Uno de los detenidos se apostó en las proximidades de
la puerta de acceso a la nave en actitud vigilante. Horas después, una
furgoneta blanca de la marca Renault, con uno de los españoles al
volante, abandonó las instalaciones con el primero también a bordo. Al
mismo tiempo, un segundo vehículo con el segundo comenzaba a realizar labores de lanzadera,
de tal modo que se adelantó unos cientos de metros para verificar que
no eran objeto de ningún tipo de control policial. Su destino: Málaga.
Conscientes de que tales medidas de seguridad podían
indicar que estaban ante un transporte de droga, los GEO intervinieron.
En las proximidades de Vigo se produjo una persecución en el transcurso
de la cual el coche lanzadera «intentó sin éxito evitar la actuación de
los policías colisionando de forma intencionada» contra el coche
policial. «Los ocupantes de ambos vehículos fueron detenidos»,
precisaron desde Interior.
Las imágenes difundidas por la Dirección General de
la Policía muestran a uno de los sospechosos en el bordillo de una
acera, esposado, mientras se lleva a cabo el registro de la furgoneta.
En su interior, ocultos en un doble techo perfectamente camuflado en la parte trasera de los asientos del conductor,
más de una treintena de fardos de cocaína, concretamente setecientos
kilos de esta droga. El resto, hasta completar las tres toneladas, se
guardaba en la nave de Barro.
Paralelamente, agentes de la Brigada Central de
Estupefacientes detuvieron a los holandeses en Santiago, así como a
siete personas más, entre las que se encontraba Gary Williams, en Málaga
y Marbella. Se considera que estos últimos integran el grupo inglés
responsable de la adquisición de la droga para su posterior distribución
en otros puntos de Europa, principalmente Reino Unido y Holanda.
Millones de euros intervenidos
Además de la partida de cocaína y de la docena de
arrestos, los agentes decomisaron más de 1,2 millones de euros en
efectivo, 1.120 libras esterlinas, una pistola del calibre 9 milímetros
Parabellum, cuatro vehículos, la furgoneta en la que se transportaban
los 700 kilos iniciales y una moto.
Las pesquisas se centran ahora en determinar cómo la
droga entró en Galicia y la logística que se empleó. Las sospechas
apuntan a que fue trasladada por desde un puerto colombiano en un buque
nodriza hasta las inmediaciones de la costa pontevedresa. Embarcaciones
ligeras se encargaron de acercarla a tierra.
Los atentados yihadistas de París obligaron a los narcos a demorar el traslado del alijo
La experiencia lleva a policía y Guardia Civil a sospechar que los clanes de la droga de las Rías Baixas almacenan partidas de estupefacientes para incrementar los precios durante la Navidad.
Aunque pareciera que este sería el caso de la organización desmantelada
estos días, la realidad es que si guardaban las tres toneladas de
cocaína en una nave de Barro lo hacían por necesidad.
Los atentados yihadistas del 13 de noviembre en París determinaron que se reforzase el control de la frontera hispanofrancesa.
Los narcos comprendieron que el riesgo de cruzar los Pirineos era
demasiado elevado, por lo que optaron por esperar a que se relajase la
vigilancia para poder transportar el alijo a sus puntos de destino en
varios viajes. En principio, no tenían previsto mover de inmediato los
setecientos kilos incautados: «La droga iba hacia la región de Málaga,
en Marbella, donde se almacenaría durante un tiempo hasta que los
controles fronterizos en Francia, reforzados en las últimas semanas, se
redujeran», precisó Eloy Quirós, jefe de la Unidad de Drogas y Crimen
Organizado (Udyco), en declaraciones recogidas por la agencia AFP.
Fue un error más que se sumó a la ostentación de la
que hicieron gala en Santiago. Si hace un año por estas fechas caían
Rafael Bugallo, el Mulo, y varios de sus supuestos colaboradores, ahora el punto de mira policial se situó en dos organizaciones que, en principio, utilizaban el litoral pontevedrés únicamente como puerta de entrada de la droga.
Si a los dos españoles detenidos se les otorgó el rol de
transportistas, los holandeses serían los propietarios de la cocaína,
mientras que los ocho británicos serían los compradores.
Los investigadores, bajo la supervisión de un juez de
la Audiencia Nacional y de otro de Málaga, confirmaron que «adoptando
grandes medidas de seguridad para evitar ser detectados, los
representantes del grupo holandés [...] se reunieron en varias ocasiones
tanto con los transportistas españoles [...] como con el máximo
responsable del grupo británico que se iba a encargar de recoger la
droga».
«Hay muy pocas organizaciones en Europa capaces de adquirir, transportar y comercializar con tres toneladas»,
indicaron los responsables policiales durante la rueda de prensa
ofrecida el martes en Madrid. «Las organizaciones demuestran una enorme
creatividad y flexibilidad para introducir la droga en España», recalcó
el ministro Ignacio Cosidó.
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