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sábado, 20 de febrero de 2016

La carretera en la que hay que encomendarse al santo Job a diario


La carretera de Vilagarcía a Pontevedra, que se prevé mejorar en breve, es una gran pupas a cuenta del tráfico, los baches y las curvas peligrosas

Son solo veinte kilómetros; veinte nada más. Pero quien viaja a diario por la carretera PO-531, que une Pontevedra y Vilagarcía -recordemos, la capital de la provincia y la octava ciudad gallega-, sabe de sobra lo desesperantes que pueden ser. Tanto, que a veces uno está tentado a coger la autopista para evitarla al completo, aunque eso implique pagar 2,05 euros y tener que viajar hasta Caldas. Súbanse al coche con la imaginación y pasen y vean lo que ocurre kilómetro a kilómetro. El recorrido empieza desde las tierras vilagarcianas hacia la ciudad del Lérez.
Nada más arrancar, aunque uno sea novato en el vial, se observa el primer y principal problema. ¡Hay coches por todas partes! Efectivamente, según los últimos datos de la Xunta, por esta carretera circulan unos 750 vehículos cada hora. Son tres veces más que el tráfico medio en Galicia. Además, basta con hacer un alto en el camino para descubrir que, en menos de un minuto -sí, solo sesenta segundos- , pasan cuatro o cinco camiones. Nuevamente, los datos oficiales corroboran lo que uno ve. El tráfico pesado es intensísimo.
Resignado a ir en una caravana casi permanente, a no ser que el vial se recorra por la noche, al conductor le toca lidiar en otras plazas. El firme deja que desear. Aunque se hicieron apaños, hay baches y grietas hasta aburrir. Da igual que uno revise en Baión, Vilanoviña o Curro. El coche se menea tanto a lo largo de los veinte kilómetros a cuenta de los continuos remiendos que tiene el asfalto que uno, a veces, casi oye en su cabeza la música de una atracción de feria.
Entre tanto bache, alguna curva complicada. Sirva de ejemplo la que está junto a la gasolinera de Repsol de Curro. Hace unos días, con el cielo escupiendo agua a calderos, casi era peligrosa atravesarla hasta a ralentí.
Jugarse el tipo para cruzar
El viaje sigue y, como sí o sí hay que hacerlo con paciencia, uno empieza a pensar cómo se las apañan para cruzar los vecinos que viven a orillas del vial, que son muchos y no tienen pasos de cebra por ninguna parte. Una anciana que ayer caminaba con bastón a la altura de Curro lo explicaba bien:
«¿Como cruzamos? O que pode corre e o que non, como me pasa a min, arríscase a que o leven por diante»
. Efectivamente, a los pocos segundos, dos jóvenes atraviesan el vial a la carrera. Y la mujer remacha:
«¿Ves? Aquí ou se cruza así ou nada».
Antes de llegar a Pontevedra, todavía queda el nudo de los bomberos. Si uno quiere saber cómo se siente una persona aturdida solo tiene que conducir por esa zona: tráfico hasta en la sopa, peatones por el arcén continuamente, ramales por un lado y otro... Un caos para quien lo atraviesa por primera vez y un lugar en el que prestar mucha atención aunque se recorra a diario.
Próximamente, y tras años de idas y venidas, la Xunta prevé actuar en el vial. Pero viendo como está la carretera falta mucho, demasiado, para que Vilagarcía y Pontevedra tengan una conexión digna del siglo XXI.
Tráfico pesado por doquier. Los datos indican que pasan sesenta camiones por hora. Entre los camiones y las restricciones de velocidad el camino de Vilagarcía a Pontevedra se eterniza.
Un peligro en los días de lluvia. Desde Pontevedra hacia Vilagarcía no es fácil coger la gran rotonda del nudo de Curro. En los días de lluvia el coche se va y no es difícil irse contra los pivotes.
Una zona donde hay que levantar el acelerador. Esta curva es un punto negro de accidentes. Como se ve en la imagen, el tráfico es intenso y no es difícil acabar invadiendo el carril de al lado.
Imagen insólita en el nudo de Curro. El ramal muerto, que espera a la construcción de la autovía para tener utilidad, está lleno de conos destrozados. Ofrece una imagen sorprendente.
Sin pasos de peatones. Los vecinos se ven obligados a cruzar la carretera, a veces atravesando tres carriles, para cruzar. ¿Cómo lo hacen? A la carrera y jugándose el tipo. Lo contaba esta mujer.
Peatones, coches y ramales: la tormenta perfecta. En el conocido como nudo de los bomberos de Pontevedra hay que ir con mil ojos. Pasan peatones y hay retenciones de forma continua.

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/arousa/vilagarcia-de-arousa/2016/02/20/carretera-encomendarse-santo-job-diariosesenta-camiones-horalos-pivotes-dificiles-peliaguda-curva-gasolinerala-desfeita-naranja-blanco-donde-cruza-caos-nudo-bomberos/0003_201602A20C2996.htm 


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