La carretera de Vilagarcía a Pontevedra, que se prevé mejorar en breve, es una gran pupas a cuenta del tráfico, los baches y las curvas peligrosas
Son solo veinte kilómetros; veinte nada más. Pero
quien viaja a diario por la carretera PO-531, que une Pontevedra y
Vilagarcía -recordemos, la capital de la provincia y la octava ciudad
gallega-, sabe de sobra lo desesperantes que pueden ser. Tanto, que a
veces uno está tentado a coger la autopista para evitarla al completo,
aunque eso implique pagar 2,05 euros y tener que viajar hasta Caldas.
Súbanse al coche con la imaginación y pasen y vean lo que ocurre
kilómetro a kilómetro. El recorrido empieza desde las tierras
vilagarcianas hacia la ciudad del Lérez.
Nada más arrancar, aunque uno sea novato en el vial,
se observa el primer y principal problema. ¡Hay coches por todas partes!
Efectivamente, según los últimos datos de la Xunta, por esta carretera
circulan unos 750 vehículos cada hora. Son tres veces más que el tráfico
medio en Galicia. Además, basta con hacer un alto en el camino para
descubrir que, en menos de un minuto -sí, solo sesenta segundos- , pasan
cuatro o cinco camiones. Nuevamente, los datos oficiales corroboran lo
que uno ve. El tráfico pesado es intensísimo.
Resignado a ir en una caravana casi permanente, a no
ser que el vial se recorra por la noche, al conductor le toca lidiar en
otras plazas. El firme deja que desear. Aunque se hicieron apaños, hay
baches y grietas hasta aburrir. Da igual que uno revise en Baión,
Vilanoviña o Curro. El coche se menea tanto a lo largo de los veinte
kilómetros a cuenta de los continuos remiendos que tiene el asfalto que
uno, a veces, casi oye en su cabeza la música de una atracción de feria.
Entre tanto bache, alguna curva complicada. Sirva de
ejemplo la que está junto a la gasolinera de Repsol de Curro. Hace unos
días, con el cielo escupiendo agua a calderos, casi era peligrosa
atravesarla hasta a ralentí.
Jugarse el tipo para cruzar
El viaje sigue y, como sí o sí hay
que hacerlo con paciencia, uno empieza a pensar cómo se las apañan para
cruzar los vecinos que viven a orillas del vial, que son muchos y no
tienen pasos de cebra por ninguna parte. Una anciana que ayer caminaba
con bastón a la altura de Curro lo explicaba bien:
«¿Como cruzamos? O que pode corre e o que non, como me pasa a min, arríscase a que o leven por diante»
. Efectivamente, a los pocos segundos, dos jóvenes atraviesan el vial a la carrera. Y la mujer remacha:
«¿Ves? Aquí ou se cruza así ou nada».
Antes de llegar a Pontevedra, todavía queda el nudo
de los bomberos. Si uno quiere saber cómo se siente una persona aturdida
solo tiene que conducir por esa zona: tráfico hasta en la sopa,
peatones por el arcén continuamente, ramales por un lado y otro... Un
caos para quien lo atraviesa por primera vez y un lugar en el que
prestar mucha atención aunque se recorra a diario.
Próximamente, y tras años de idas y venidas, la Xunta
prevé actuar en el vial. Pero viendo como está la carretera falta
mucho, demasiado, para que Vilagarcía y Pontevedra tengan una conexión
digna del siglo XXI.
Tráfico pesado por doquier. Los datos indican que
pasan sesenta camiones por hora. Entre los camiones y las restricciones
de velocidad el camino de Vilagarcía a Pontevedra se eterniza.
Un peligro en los días de lluvia. Desde Pontevedra
hacia Vilagarcía no es fácil coger la gran rotonda del nudo de Curro. En
los días de lluvia el coche se va y no es difícil irse contra los
pivotes.
Una zona donde hay que levantar el acelerador. Esta
curva es un punto negro de accidentes. Como se ve en la imagen, el
tráfico es intenso y no es difícil acabar invadiendo el carril de al
lado.
Imagen insólita en el nudo de Curro. El ramal muerto,
que espera a la construcción de la autovía para tener utilidad, está
lleno de conos destrozados. Ofrece una imagen sorprendente.
Sin pasos de peatones. Los vecinos se ven obligados a
cruzar la carretera, a veces atravesando tres carriles, para cruzar.
¿Cómo lo hacen? A la carrera y jugándose el tipo. Lo contaba esta mujer.
Peatones, coches y ramales: la tormenta perfecta. En
el conocido como nudo de los bomberos de Pontevedra hay que ir con mil
ojos. Pasan peatones y hay retenciones de forma continua.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/arousa/vilagarcia-de-arousa/2016/02/20/carretera-encomendarse-santo-job-diariosesenta-camiones-horalos-pivotes-dificiles-peliaguda-curva-gasolinerala-desfeita-naranja-blanco-donde-cruza-caos-nudo-bomberos/0003_201602A20C2996.htm
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