«A todo o mundo lle chegou a presa de golpe, chámante todos á vez e non é posible atendelos a todos». Así explica un maderero de la comarca la avalancha de peticiones de limpieza de terrenos que han recibido en las últimas semanas. El pasado jueves vencía el plazo fijado por la Xunta para tener limpios las fincas a 50 metros de viviendas y la realidad es que miles de parcelas, sobre todo de pequeños propietarios, están aún sin adecentar. Los madereros no dan abasto y ante la proliferación de las peticiones se van, lógicamente, a las fincas que son más grandes y que tienen más árboles, porque también les son las más rentables. Sin embargo, el predominio del minifundio en toda la provincia y especialmente cerca de los núcleos rurales, donde la Xunta enfatiza la limpieza de las fincas, puede llegar a complicar hasta el infinito las tareas de desbroce.
Un profesional del sector lo explicó gráficamente. En una franja de 50 metros de ancho, cerca de núcleo, puede llegar a hacer varios propietarios, y se da el caso de que el que limpia es el más alejado, o los del medio. En conclusión, una medida que no tiene continuidad sobre el terreno, en muchos puntos de la comarca.
Los montes comunales, los conveniados o con cooperativas y los municipales son los que lo tienen más fácil. Todo el mundo sabe quién es el dueño, los marcos de las parcelas y se puede planificar la retirada de la maleza con mayor agilidad. ¿Y qué pasa con las pequeñas propiedades? Pues que conforman una proporción no pequeña del total del monte afectado por la normativa de la Xunta y que el cumplimiento es irregular.
La cuestión se complica aún más con el abandono del rural o en aquellos casos donde el terreno en cuestión no tiene dueño conocido, o sus propietarios están emigrados, o hay problemas entre los herederos. Si se le suma las prisas de última hora, se entiende por qué buena parte del monte donde se debería aplicar la normativa está aún cubierto de vegetación y de árboles.
A todo esto la amenaza de previsibles multas ha hecho cierto efecto en los pequeños propietarios. Muchos pueden limpiar ellos mismos sus fincas, pero la tala de árboles, sobre todo de eucaliptos y pinos, no está al alcance de cualquiera. Aquí es cuando llaman a la industria y donde los problemas se multiplican.
Primero, hay madereros que tienen lista de espera y no pequeña. «Hai xente que nos chama e aos que nin lles collemos o traballo. Hoxe mesmo [por onte] chamáronos e dixemos que iremos cando se poida, bótalle alomenos quince días».
Por si fuese poco, el sí del maderero no implica que pueda ir a limpiar y talar al día siguiente. La ley exige que primero se notifique a la Xunta la intención de la corta y la consellería tiene 15 días para contestar. Normalmente no dice nada y la tala se hace sin problemas, pero eso quiere decir que muy pocos de los peticionarios de los últimos días han podido hacer poco. Por esto mismo, concellos como Cuntis o Barro admiten que tienen que aplicar cierta tolerancia con sus vecinos, para dejarles tiempo, con tal de que hayan iniciado los trámites. Es que para colmo los concellos tampoco tienen medios para supervisar las limpiezas y se quejan de que la Xunta les ha metido el embolado, sin dotarlos de medios.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/cuntis/2018/06/03/prisas-ultima-hora-colapsan-limpieza-pequenas-propiedades/0003_201806P3C2991.htm
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