California: parecidos razonables entre las dos costas oestes.
Incrédulos: dícese de aquellos que tildan el noroeste de la península como un cubito de hielo donde no deja de llover. Galifornianos: dícese de aquellos que rompen con los tópicos y encuentran en Galicia el verano en todo su esplendor, en playas de bandera azul y paisajes paradisíacos. Y que sí, que el agua del Atlántico está helada y que si en Galicia tienen unos 70 términos para definir la lluvia “por algo será”. Pero quien avisa no es traidor: los veranillos del noroeste, son Galifornia pura.
Publicado el 11.06.2013
PARASOL Y CREMAFreak-show a lo Venice Beach
Al igual que Patti Smith le cantó a Redondo Beach y Coutney Love a Malibu, los Siniestro Total le cantaron a Samil (y a las Cíes). Y no, no es baladí. Las playas de Galicia son otra cosa: algunas más salvajes, casi metidas en el monte (o más bien, como recién salidas de él), otras más típicas y tópicas, como la de Samil en Vigo. La vida en la larga Samil (de casi dos kilómetros) gira en torno al paseo, con sus restaurantes, canchas de baloncesto, terrazas e incluso piscinas. Pero más allá de la mole de cemento (que ocupa unas antiguas dunas naturales...), tiene cierto encanto hortera, tan de merenderos a rebosar de gente, de vacaciones de otra época, de neveras repletas de tuppers, de esa playa de familia numerosa, de típico grupete de amigos ejercitándose sin camiseta en un gimnasio improvisado, echando la pachanga al sol o patinando en las pistas del otro lado del paseo. Es otro mundo. No muy diferente del freak show americano (y digo freak show con todo el 'agarimo') de playas como Venice.
Playa de Samil, ¿el Venice gallego?
Y luego tenemos las calitas, las playas salvajes, las escondidas entre pinares y carballeiras... Esas son las playas “más Big Sur californiano”, como los acantilados de la Costa da Morte. Esta tierra legendaria de mareas violentas se da un respiro en playas como O Rostro (¿quizás uno de los mejores atardeceres de la Comunidad?) o la de Carnota, siete kilómetros en donde encontramos dunas, marismas y un arenal con unas vistazas al Cabo Fisterra.
Incluso existen playas que son obras de arte. Es el caso de Arealonga cuyo difícil acceso lleva a una recompensa mayor: la playa está situada junto al castro de Baroña, milenios de historia mezclados con torsos al sol. Esto es Galicia. La playa de las Catedrales es arte natural. Las formaciones rocosas invitan (con la marea baja) a pasear entre grutas, cavernas y galerías creadas por la erosión del bravo mar.
La guapura continúa hacia el sur, hacia las Rías Baixas, con incontestables reinas de la belleza como Melide, dentro del espacio natural de Cabo Home, o la playa de Barra, recogida e íntima, perfecta para tomar el sol completamente desnudos. Pero además de los arenales, la costa gallega está para investigarla, cala a cala.
Playa de Barra
Playa de las Catedrales
Las Islas Cíes y las Islas Ons, más que Galifornia son una suerte de Caribe gallego. Se merecen un punto y aparte: se merecen un par de días de exploración, caminata, playa y achicharramiento al sol. Aquí se encuentran las playas más bonitas (como Rodas o Nosa Señora en Cíes; Melide o Pereiro en Ons) aquí el sol pica hasta quemar y el agua congela hasta entumecer las articulaciones (qué se le va hacer, no podía ser perfecto). Recomendamos ser previsores en épocas veraniegas para reservar plaza en ambos cámpings. Pero más allá de playa, lo suyo es patearse las islas, observar la fauna y las vistas al Atlántico abierto o a las rías. Demasiado.
FAUNA
Para los noveles en el arte del playeo gallego, avisamos de la existencia de algún que otro ser marino puñetero. No se trata del tiburón blanco de las costas americanas (aunque dudas, "habelas haylas"). En Galicia son más de golfiños (delfines, pero de los otros 'golfiños' también hay) y de fanecas, unos pequeños peces con espinas venenosas en su cabeza que se esconden bajo la arena esperando a que un pie desnudo las pise. Escuece muchísimo. Llevad cangrejeras si el puesto de la Cruz Roja está lleno de bañistas cojos. Y cuidado con las gaviotas. Se han visto especímenes hiper-evolucionados capaces de robar el típico bocadillo de playa con pasmosa facilidad. De hecho, hay testigos de cómo no le hacen ascos ni al mismísimo papel de aluminio. Están organizadas. Se han especializado. Y hay que temerlas.
Islas Cíes (ahora, con museo en Vigo)
Existe una leyenda en Galicia, la del 'lobishome', el hombre lobo que se transforma por las noches y recorre los pueblos buscando víctimas. No muy lejos de la realidad, las noches de Galicia transforman a cualquiera. La cultura del disfrute a la luz de la luna es otra cosa. En verano destacan las fiestas en la playa, los chiringuitos con vistas a las rías, los pueblos que se transforman en verano al igual que esos hombres-lobo. Es el caso de Bayona o Portonovo, conocidos por las discotecas que cierran sus puertas al amanecer. No podemos olvidarnos de mitos playeros como Playa Club en la mismísima Riazor, en la Coruña, o geniales lugares donde tomar un cóctel con la brisa atlántica de protagonista como La Vela o el Pénjamo (Vigo y Nigrán, respectivamente).
Atardecer en La Vela, Vigo
Por la costa, de Los Ángeles a San Francisco:
Hazte la ruta de las Rías Altas (de Ribadeo a la Coruña, por ejemplo, con paradas obligatorias en Viveiro y Ortigueira), o la de las Baixas (Muros, Rianxo, Vilagarcía, Cambados, Sanxenxo, Marín, Bueu, Cangas, Moaña, Vigo, Nigrán, Baiona...), playa a playa (y curva a curva).
El interior, de Los Ángeles a Las Vegas:
La diferencia es clara: en Galicia esto de los grandes páramos y desiertos no se estila. Tampoco se estila la palmera: se estila el pino, el carballo (incluso el eucalipto), las grandes fragas... No se estila el motel americano, se estila el hostal de pueblo, la casa de piedra, las poblaciones dispersas. Podríamos proponer miles (da para otro tema), pero os recomendamos un trekking hasta la cascada del río Toxa (Bandeira-Silleda), uno de los enclaves más bellos de Galicia, un paseo por el Bosque do Rexo (marcado por las obras de Agustín Ibarrola) o el recorrido de los molinos del Parque Natural del Río Barosa, entre Pontevedra y Caldas de Reis.
San Andrés de Teixido (Cedeira), un recorrido por las Rías Altas
Por tener, Galifornia tiene hasta su propio 'Orange County': la isla de Toralla en Vigo es un promontorio rocoso y privado, donde los grandes casuplones con piscina y con vistas al infinito de la ría (con las Cíes al frente) son los protagonistas. El acceso es solo para vecinos, pero podrás disfrutar de dos pequeños arenales protegidos por muros (más bien lo que protegen son las casas) bastante menos masificados que la playa del otro lado del puente, el Vao.
Isla de Toralla, el Orange County español
Alcatraz-San Simón. Si San Francisco presume de destino morboso con la isla – prisión de Alcatraz, los gallegos también. Una antigua cárcel, que también fue horfanato y terminó siendo leprosería ocupaba la isla de San Simón: hoy en día, allí se celebra un festival muy riquiño y con mucho gusto (SinSal San Simón) con cartel secreto hasta el momento en que los artistas rasgan la guitarra. La historia de San Simón está tan llena de anécdotas como Galicia entera, con sus templarios, con su batalla de Rande, su invasión inglesa con el capitán Drake dando el grito de guerra, su uso como campo de concentración durante la Guerra Civil... Si a Alcatraz le han dedicado una serie, con San Simón se pueden hacer una saga entera.
SURF
Hace unos años no existían escuelas de surf en Galicia. Pero sí surfistas que se subían a las tablas en las playas de Patos, Melide, Malpica, Doniños o Frouxeira. Hoy en día las playas se llenan de neoprenos, aletas, tablas de bodyboard, de kite surf y tablones. No es raro encontrarse con surfistas que se hacen la ruta luso-gallega subidos a una tabla y las escuelas de surf empiezan a hacer mella en los más pequeños. Es el caso de la escuela de la playa de Prado en Nigrán (donde el surfista profesional Gony Zubizarreta empezó a cabalgar las olas), la de la vecina Patos o la Oxigeno Surf School, gestionada por la Federación Galega de Sur en colaboracion con Glass Surf Clube.
Vista de la Isla de San Simón desde Cesantes
Admitimos que esta afirmación puede estar provocada por un cóctel molotov de sensaciones: esa melancólica que invade a cualquiera que visite la Comunidad gallega y tenga que volver, al alejarse en tren o en coche de los paisajes gallegos y el ver cómo las rías y los montes escapardos se desvanecen dando paso a la meseta española... Vamos, la 'saudade' de toda la vida. ¿Es el Puente de Rande el Golden Gate del noroeste? Este puente 'atirantado' une Redondela con Moaña y su aspecto entre la 'brétema' (la niebla marina), puede ser algo así como una estampa sanfranciscana del Golden Gate. ¿Espejismo o realidad? Galifornia.
El Puente 'atirantado' de Rande
Que Galicia es Galifonia y California tiene algo de Galicia, no solo lo decimos nosotros: lo grita Instagram. Levantarse un día en la capital pisando cemento y ver estas fotografías de ese mal llamado noroeste lluvioso nuestro, es un zas-en-toda-la-boca. El mismo Zas! Que ha motivado el artículo. Échenle un ojo y pongan rumbo a Galifornia (con suerte, hará buen tiempo).
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#Galifornia en Instagram (playa de Patos)
Pedazo artigo!!!
ResponderEliminarPedazo artigo!!
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