Vendas, mascarillas y medidores figuran en cajas con precintos del Sergas y referencias a Baión, Barro o Moraña
Hace apenas una semana, UGT alertaba de la falta de
tubos de extracción y análisis en los centros de salud de Vilanova y O
Grove. Con el gasto sanitario bajo un exhaustivo escrutinio y los
recortes en la sanidad pública siendo objeto de constantes denuncias,
que un lote de material de este tipo aparezca tirado de mala manera en
un lugar como Lobeira, a caballo de Vilagarcía y Vilanova, constituye
algo más que un despilfarro o un atentado más contra el medio ambiente.
El vertido fue localizado ayer por la tarde, en el lugar de Solobeira,
al lado de una pequeña pista. Sus autores ni siquiera se molestaron en
apartarse demasiado de la carretera que conduce a Ponte Arnelas, tan
solo unos metros.
Abandono con descaro
El descaro con el que se abandonó este lote, de gran
tamaño y variedad, no es el único factor que llama la atención del
hallazgo. Buena parte del material se encontraba en el interior de cajas
que disponen de precintos del mismísimo Servizo Galego de Saúde
(Sergas), de la Xerencia de Atención Primaria en el norte de la
provincia y, en general, de su sistema de almacenamiento. En los mismos
recipientes de cartón se hace referencia a lugares como Baión
(Vilanova), Cabana-Salcedo (Pontevedra), Barro y Moraña.
Dispositivos sin estrenar
La mayor parte de los productos sembrados de
semejante guisa en el monte Lobeira, muy cerca de un mirador
emblemático, pertenecen a la categoría de uso común en los centros de
salud. Hay un buen número de vendas. También mascarillas, guantes y
catéteres que, de acuerdo con las fechas que figuran en sus respectivos
envases, habrían caducado en un período que se retrotrae hasta el 2010.
Pero también se observan entre la dispersa nómina de materiales una
cantidad inusitada de medidores de glucosa. Algunos de ellos ni siquiera
han sido estrenados. Permanecen intactos, lo que incrementa la
sensación de derroche intolerable.
Las imágenes que acompañan estas líneas fueron
tomadas hacia las ocho de la tarde, en el escenario del vertido. No
había rastro de ningún vehículo, más allá del tractor que un vecino de
la zona conducía por un angosto camino rodeado de maleza. «Isto é unha vergoña», proclamaba el hombre, que desconoce cuándo pudo haberse realizado.
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