Este año se raparon y marcaron a cerca de 150 animales que viven libres en el monte Acibal
El curro de Amil, en Moraña, vivió ayer un año más
una tradición que tiene su origen el siglo XVIII y que, a pesar de las
dificultades, colectivos como la asociación cabalar Monte Acibal
mantiene viva: la rapa das bestas.
Las dificultades vienen dadas tanto por la falta de
criadores como por los ataques de los lobos. El último se registró hace
muy pocos días, cuando un potro fue atacado en pleno monte. Aun así, los
voluntarios que colaboran en el evento lograron reunir el sábado a cera
de 150 caballos que el resto del año campan libres por las laderas del
monte Acibal. La cifra se mantiene más o menos estable en los últimos
años, aunque los más veteranos recuerdan épocas en las que se llegaban a
reunir alrededor de cuatrocientos equinos.
Ayer era el día grande. Tras la bajada de las bestias
el sábado, la jornada de ayer se inició con el agrupamiento de los
caballos en el curro para separar los potros. Además por la mañana hubo
también una exhibición de monta salvaje.
Pero el plato fuerte era por la tarde. El curro de
Amil registró una más que notable entrada para asistir a un espectáculo
ancestral. Los aloitadores dieron todo un espectáculo de dominio de los
caballos con la monta salvaje, la rapa y el marcado para su posterior
regreso al monte Acibal. Allí volverán los caballos a su rutina, ajenos
al revuelo que han protagonizado estos dos últimos días en la parroquia
de Amil.
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