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viernes, 16 de junio de 2023

Costureras de Dios con los pies en la tierra y negocio de éxito en Barro

CAPOTILLO

La monja Ana y las seglares María y Chus dan vida a Regina Mundi, una tienda escondida en el rural de la que sale ornamento y ropa religiosa para toda España


A veces, a la libertad le pasa como a la felicidad, que muestra su patita por debajo de la puerta para recordarnos que está ahí. Que existe. Sentada en una silla frente a sor Ana, una monja de Pontevedra de 49 años que se balancea sobre el asiento giratorio como si llevase dentro una niña torbellino, la libertad se reivindica. Aflora a borbotones por las costuras de ese hábito religioso negro y blanco que en un día de calor de justicia tapa a Ana de arriba a abajo y que sujeta con dos alfileres a su cabeza. Parece como si la señora libertad quisiese demostrar que ningún paño la tapa si lo que va debajo la mantiene. Ana, sonriente y responsable, de risa fácil y fino humor, es monja porque la llamó Dios. Pero, sobre todo, es religiosa porque quiere y lleva hábitos exactamente por lo mismo —«es mi cuerpo, yo decido», reza ella con voz cantarina—. La excusa para hablar con Ana es la singularísima tienda que regenta en la aldea de A Portela (Barro), junto a dos seglares, su hermana de sangre María y su amiga Chus. Desde ese local, donde en las estanterías los santos comparten espacio con cirios, libros religiosos o riquísimas pastas hechas por monjas francesas, ellas cortan, cosen y bordan ropa y ornamentos religiosos que les piden por Internet desde toda España. Su negocio, explicar cómo de ese rincón de Barro salen casullas o estandartes para parroquias de las cuatro esquinas del mapa, bien valdría una entrevista. Pero es que, una vez escuchada su historia personal, la vida de las hermanas Ana y María Payo, resulta imposible apartarse de ella. No queda otra que contarla.

Ana es la mayor y María la pequeña de una familia de Pontevedra de cinco hermanos que vivieron una de esas tragedias capaces de darle la vuelta a un hogar. La madre de todos ellos murió en un accidente cuando Ana, la primogénita, era una chavala en edad de salir de fiesta y María solo una niña con mucha necesidad de mimos maternos. Para todos, desde el padre a los cinco rapaces, fue durísimo sobrevivir al drama y el sálvese quien pueda ante la tristeza y el caos doméstico se impuso en la casa.

A Ana, que de niña se paseaba por junto al convento pontevedrés de Santa Clara y fantaseaba con ser monja —su madre y sus tías le mostraban las rejas y le decían que las religiosas no podían salir de ahí, y ella les contestaba que si Jesús estaba con ellas seguramente no necesitaban nada más—, no dejaban de repetírsele en la mente las palabras que tantas veces le había escuchado a su madre: «Tienes que dar ejemplo a tus hermanos», le decía su vocecita interior. Lo intentaba. Pero no era fácil. Estudió y se licenció en Bellas Artes y luego sintió la llamada de Dios. Lo cuenta con una franqueza pasmosa y su hermana pequeña la para: «Yo creo que fue una reacción ante la falta de mamá» dice María.

Sea como fuere, Ana se hizo religiosa, de una orden de cinco miembros —los mínimos para que la Iglesia la aceptase— y se marchó a vivir en comunidad con la conciencia machacada por dejar a sus hermanos y a su padre atrás. Fueron años difíciles. Rompió con su familia o su familia rompió con ella, tanto monta, monta tanto, mientras crecía como la religiosa que hoy es. Tenía 25 años cuando se puso los hábitos. Vivió con otras cuatro compañeras en Porráns (Barro), en una casa del Arzobispado, y se comprometió a ayudar en las parroquias dando catequesis, tal y como sigue haciendo. También comenzaron con una tienda de venta de ornamentos religiosos en Pontevedra y más tarde en su propia casa de Barro.

No fue coser y cantar. Ana vio morir a una de sus hermanas de la congregación con solo 40 años a causa de un cáncer despiadado que no les dejó siquiera tiempo para despedidas. Y también falleció una tercera compañera mayor. Ella y otra monja se fueron quedando solas y llegaron a integrarse en una orden religiosa más grande, con convento en una ciudad gallega. Pero no se sintieron a gusto y volvieron a Barro.

Llegado ese punto, hay parar la narración para contar que un día que Ana estaba dando catequesis por la puerta apareció una pareja jovencita. La chica se acercó a la monja y Ana, cabeza de chorlito, le preguntó: «Sé que te conozco de algo, ¿estudiamos juntas?». La joven le espetó: «Ana, soy María... tu hermana, y este es mi novio». Las aguas regresaron a su cauce. La familia, que ahora come junta los domingos, volvió a ser una roca. Y María es uña y carne con Ana. Tanto se unieron que acabaron trabajando juntas en aquella casa de Porráns. Porque Ana, que ya entonces le estaba demostrando al mundo que es una artesana de primera en cuanto a ropa y ornamentos religiosos, tenía un encargo urgente. Así que María, experta en corte y confección, se sumó al chollo.

Ha pasado ya un tiempo y Ana, María y Chus, una amiga que ahora es también trabajadora de su tienda, trasladaron su negocio a una casa que alquilaron en otra aldea de Barro, en A Portela. Se llama Regina Mundi y solo con cruzar la puerta queda claro que lo que se hace allí es arte en toda regla. Sobre las perchas hay casullas, albas, estandartes... Al día en tecnología, diseño y todo lo que tenga que ver con el mundo audiovisual —Ana hizo esa especialidad en Bellas Artes—, Internet les abrió la puerta al mundo. Están a punto de mandar un pedido a Ciudad Real. Dentro de poco enviarán otro al sur de España. Y así día tras día. Dicen que sus precios son asequibles porque la idea es que las parroquias no tengan que prescindir de un elemento religioso por cuestión monetaria. Bordan para particulares y cierran por las tardes en cuanto aprieta el calor. De cuando en vez, alguien le dice a Ana que los conventos están vacíos y que se marche a uno. Ella saca a pasear su humor. O su libertad: «Si Dios me llama para ir a un convento que me lo diga alto y claro para que lo escuche. Mientras tanto, aquí sigo». Y su risa habita entonces sobre su hábito.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2023/06/16/costureras-dios-pies-tierra/0003_202306P16C8991.htm

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