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domingo, 18 de marzo de 2012

R.Rivas: "El único municipio de la comarca que se mantiene con dignidad y gracias al vino es el de Barro"

"Hay una vuelta a la agricultura familiar, pero falta la productiva"

"Si compra una lechuga de Cotobade evita que la comarca se llene de eucaliptos"

Ese equilibrio entre animales y plantas que parece mágicamente planeado se llama agricultura. Denominamos así al tenaz empeño de los hombres que no han vivido inútilmente y a la que para muchos es la mayor de las alquimias: convertir la tierra, la lluvia, el aire y el esfuerzo humano en alimento. Honra a los labradores, está escrito, porque no hay destino ni regalo más noble que conseguir frutos de la tierra.

—¿Qué diagnóstico hace Fruga de la situación del campo en la provincia?

—En el rural de la provincia hay dos velocidades: unas zonas con impulso en la agricultura y otras que se están quedando irremediablemente atrás. Podríamos citar entre las primeras, por ejemplo, las que figuran dentro de la Denominación de Orixe Rías Baixas y otras como las zonas de huerta clásica de O Rosal (aunque actualmente tiene más peso la planta ornamental) y también el interior de la provincia con un gran potencial ganadero, cada vez menos de leche pero con cada vez más importancia del ganado de carne.

—¿Que diferencias encuentra entre la realidad agrícola de la actualidad y la de hace solo medio siglo?

—En la comarca de Pontevedra hace medio siglo había agricultura primero de subsistencia en todos los municipios del rural y después había alguna economía productiva, tanto vino como huerta, para los comercios locales. Hoy en día el único municipio de la comarca que se mantiene con dignidad y gracias al vino es el de Barro, porque está dentro de la denominación de origen Rías Baixas, y el resto realmente es agricultura de subsistencia, salvo algunas empresas y algunos proyectos emblemáticos que están llevando a cabo recuperaciones o implantaciones de huertos tradicionales, setas etc, con empresas importantes como Hifas da Terra pero en realidad son proyectos puntuales.

—¿Es real la vuelta a la agricultura o en realidad lo que enmascara es una vuelta a la economía familiar de subsistencia?

—Estamos viendo efectivamente que se están labrando tierras que llevaban muchos años sin cultivar, eso es evidente, una realidad y solo hay que darse un paseo por el rural para comprobarlo, pero habría que preguntarse con qué fin. Y creo que podemos hablar de una vuelta a la agricultura familiar, eso sí, pero en cuanto a la economía productiva no, no hay salidas salvo algunos casos como invernaderos de huerta etc, pero nosotros lo que vemos de importante en estos momentos es empezar a formar en dos niveles: a los agricultores para decirles qué tipo de producción es más demandada por el mercado, hoy por ejemplo no podemos hacer una huerta totalmente intensiva porque no podemos competir con las de Levante, lo que tenemos que hacer es una huerta de gran calidad, tendente a la producción ecológica y a productos de gran calidad, y ahí tendríamos un nicho de mercado.

—A mayores está la posición, decisiva, del consumidor...

—El consumidor tiene que saber que la diferencia entre comprar una lechuga de Valencia y una de Cotobade es que al comprar la de Cotobade está contribuyendo a que la comarca de Pontevedra no se llene de eucaliptos.

—¿Es cierto que Pontevedra tiene la mayor superficie de viñedos de la provincia, a pesar de que el municipio no forma parte de la Denominación de Orixe Rías Baixas?

—Ese es más mi campo de trabajo y si vemos que en Pontevedra hay una importantísima superficie de viñedo, pero tiene problemas, el primero es que no está dentro de la denominación de origen (en estos momentos hay un exceso de uva y no hay intención en la denominación, que es un club privado con todo el derecho a aceptar a sus socios, de ampliar, está en su derecho a tomar esa decisión). La Asociación Galega de Viticultura está trabajando con viticultores de O Morrazo en otra figura de protección, una indicación geográfica protegida que amparase a los vinos de la zona. Esa es la primera medida, en segundo lugar estaría el hecho de que en el municipio de Pontevedra hay muchísimas cepas con uvas que no son aptas para el consumo, la reglamentación europea prohibe el uso de esas uvas para el consumo y la elaboración de vinos, y aunque todo el mundo sabe que siempre se consumieron y nunca pasó nada la ley hay que cumplirla, y yo creo que hace falta una reconversión, con variedades autóctonas, porque las actuales no sirven para comercializar como vinos de calidad.

—Otro frente del campo en la provincia es la ganadería. ¿Falta una organización territorial que evite la proliferación de granjas y establos en cualquier emplazamiento?

—Antes de nada una cosa, el agricultor está asentado en el mundo rural, muchas veces hay problemas (y me gustaría que se me entendiese) con gente que está yendo de la ciudad al rural y le molesta la actividad agrícola del rural, sinceramente pienso que hay que llegar a un acuerdo, no nos podemos molestar entre nosotros pero igual de cierto es que en rural hay vacas. A mi lo que realmente me preocupa del interior no es que desaparecen los labradores, es que desaparecen los habitantes de las comarcas, estamos teniendo unas fuertes pérdidas de población y eso viene dado por una política errática que apostó porque los labradores hiciesen fuertes inversiones en intensificar, no en la calidad. Puede parecer una tontería, pero hace años que hacemos cursos de pastoreo, porque los ganaderos no saben sacar las vacas a pastar, algo tan sencillo como esto se les está olvidando. Tenemos que pensar en que, al igual que en la agricultura, no podemos pensar en intensificar tanto sino en una ganadería más sostenible y un producto más de calidad; no podemos competir contra otros productores europeos en esos modelos de estabulación y de producción de carne.

—¿Mejora la situación en el caso del monte?

—Habría que explicarlo, nosotros siempre tuvimos una explotación sostenible: madera, setas, abonos... Y todo salía de la misma parcela, hoy dedicada a monocultivo de eucalipto o pino, perdiendo su función, y con las bajadas claras que el mercado impone al precio de la madera el monte ya no es rentable. Entonces tenemos que enfocarnos hacia proyectos de explotación del monte de manera integrada, como el proyecto de Hifas da Terra (que aprovecha setas, castañas, madera...) y en el tema de la ganadería exactamente igual, un país como ese con miles de metros abandonados a monte apuesta por la estabulación intensiva y basa todo el consumo en piensos, es una tendencia que hay que invertir: no puede estar el campo a monte y nuestras vacas sin salir de casa.

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