Estas construcciones gallegas se distribuyen por la comarca, donde aún se utilizan como almacén agrícola
Al margen de simbología, colores y banderas, Galicia
ha sido representada frecuentemente por sus hórreos, esas construcciones
agrarias tan nuestras que a día de hoy todavía se levantan por todo el
rural. La comarca de Pontevedra no es una excepción, y en ella conviven
las dos vertientes en las que han derivado estas edificaciones: la
tradicional, como granero; y la ornamental, como construcción decorativa
para el hogar.
Con alejarse unos kilómetros del centro de
Pontevedra, no son pocos los vecinos que han mantenido sus hórreos, en
muchos casos construidos hace décadas. Los municipios de Cuntis y Moraña
son un ejemplo sencillo de ello, y en un solo viaje por carretera se
vislumbran a decenas.
En Silvoso, Moraña, Matilde Novás tiene el hórreo en el que continúa almacenando el maíz que recoge su hijo año tras año. «Este ano estivo cheo ata arriba», reconoce. «Se aínda o temos é mellor usalo que telo de adorno».
Además de este uso agrícola, Matilde confiesa que cuando no está
secando el maíz también puede poner a tender la ropa húmeda en su
interior, aprovechando el resguardo que otorga la construcción.
En Alberguería y Saiáns, conviven la tradición con la
decoración. Muchos de sus vecinos continúan usándolo para guardar y
secar los productos que recogen del campo. Es el caso de Cesáreo Calvo,
que cuenta con un gran hórreo de piedra que «xa estaba aí cando se trasladou a vivir a esa casa».
A unos cuantos metros, a pie de la PO-0501, Víctor Senín y su mujer
tienen instalados negocio y hogar en la misma parcela. En la finca que
poseen también se aprecia un pequeño hórreo de piedra, aunque a simple
vista se le ve bastante más limpio y nuevo que los de sus vecinos. En su
caso, lo han dejado como un elemento decorativo más, y aunque reconocen
que durante un tiempo sí lo usaron para el secado, a día de hoy ya no
le dan tal función. Durante unas reformas, tuvieron que desmontarlo
piedra a piedra, para luego trasladarlo de igual manera y rehacerlo.
Tenían claro que no iban a renunciar a él.
En Barro, concretamente en la parroquia de Perdecanai, los hórreos suelen ser bautizados como cabanas.
Carmen Fernández conserva el suyo, todavía intacto, dentro de su
propiedad, en la entrada de la casa. Es de madera, de un tamaño medio. «Usámolo moitos anos, ata que deixamos de traballar a terra», narra. «Agora pois témolo de recordo, e se algún día hai que gardar algo pódese usar, pero xeralmente xa non fai falta».
En Galicia, la mayoría de hórreos son de un tipo
concreto conocido como hórreo gallego, particular de nuestra tierra. En
Pontevedra, en caso de usarlo para su función agrícola y no ornamental,
la mayoría lo destina para el maíz y su curado, aunque también puede
servir de almacén para otros cereales antes de ser desgranados y
molidos. Generalmente, constan de una cámara de almacenaje oblonga,
estrecha y permeable al paso del aire, separado del suelo para evitar la
entrada de humedad y pequeños animales como roedores. Es una
construcción definida como inteligente y apañada, dada la naturaleza del
clima gallego y que, pese al paso de los años, se mantiene vigente por
su gran utilidad.
En los últimos años, no son pocos los habitantes del
rural que han restaurado estas construcciones con fines decorativos dada
la belleza de algunos de sus elementos. Incluso los turistas
extranjeros sienten fascinación y curiosidad al verlos por primera vez,
al tratarse de una construcción casi exclusiva del noroeste peninsular.
Su curiosa arquitectura siempre ha llamado la atención de foráneos y turistas
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/pontevedra/pontevedra/2016/05/26/horreos-olvidado-guardar-maiz/0003_201605P26C5991.htm
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