La Piper Cherokee Arrow era hasta ayer una de las
avionetas más vistosas de cuantas operaban con frecuencia en la pista de
Peinador. Los especialistas dirán si el aparato siniestrado al mediodía
de ayer en Barro podrá volver a volar o si la reparación es imposible
por motivos de seguridad.
«Nuestro objetivo es disfrutar del vuelo sin
ánimo comercial y acercar la aviación a otras personas», se hace constar
en la presentación de Gallaecia Air, el club fundado en diciembre del
2009 por cuatro amigos con un largo currículo en competiciones aéreas
deportivas. Basilio Iglesias, Obdulio Iglesias y Sergio Lloves Castro
acumulan más de 18 años de experiencia a los mandos de un avión y 43
Fernando López Figueroa, el veterano de Gallaecia y del mimado aparato
pintado en trazos rojos sobre su fuselaje blanco.
La
seguridad de la aeronave era una de las garantías ofertadas por los
fundadores del club, que también hacían sus pinitos como profesores de
aviación y en el alquiler de aviones privados. Preparada incluso para
volar de noche, la avioneta con matrícula EC-FRL aguardaba ayer fuera
del hangar desde poco antes de las 11 horas a que llegase el pasaje que
se disponía a volar hasta Caldas de Reis y volver con Sergio Lloves a
los mandos.
Vuelo de bautismo
Se trataba de llevar a cabo el bautismo aéreo de
la viguesa María Beatriz Rodríguez Méndez, en un día inmejorable de
temperatura y visibilidad, y con la garantía de dos pilotos con muchas
horas de vuelo al frente. Porque además de Lloves, Alberto Sánchez es un
«veterano y experimentado piloto», explica el presidente del Club Aéreo
de Vigo, Leandro de Justo, sociedad en la que está inscrito el vigués
que ayer desempeñaba las tareas de copiloto.
Alberto pudo hablar después del accidente con su
hermana y le dijo «cómo estaba la cosa» y que «incluso se había reído,
pero aquello resultó que no era una broma, fue algo más que un susto»,
relata entre suspiros De Justo.
«Algunos accidentes de tráfico son más graves»,
aseguraba en cambio desde el hospital compostelano Obdulio Iglesias,
socio del piloto accidentado. «Él tiene tocada una vértebra y una
fractura en la mandíbula», relata en un resumido parte sanitario sobre
su amigo y en compañía de los demás socios del club.
Sergio Lloves Ferreiro, exportero del Rápido de
Bouzas y ahora guardameta del Pontevedra, también corrió hacia el
Clínico para ver a su padre, siendo sustituido en la portería en el
encuentro frente al Boiro.
Defensor de la seguridad
Su padre acumula 32 años conduciendo
ferrocarriles y un accidente del tren Vigo-Bilbao en el verano del 2006
le convirtió en una de las voces que reclamaron una mejora en los
sistemas de seguridad ferroviarios. «Hay que mejorar la seguridad porque
cualquier maquinista puede cometer un error y ahí es donde entran los
medios técnicos para evitar que ese fallo cueste vidas», señalaba
entonces en una entrevista a La Voz de Galicia augurando de alguna
manera lo que años después ocurriría en Angrois.
Nada le hizo en cambio prever que su avioneta
registraría problemas ayer. Tras conocerse el accidente hacia las 12.30
horas el nerviosismo se extendió en cuestión de minutos entre otros
compañeros de pasión aeronáutica en Vigo y en otros puntos de Galicia.
Primero para conocer quiénes habían sido los afectados, y después para
averiguar cómo estaban los ocupantes. Las primeras noticias reportaban
el registro de tres heridos graves y uno leve. Con el paso de las horas,
afortunadamente pasó a hablarse de contusiones y fracturas de
importancia, pero según los propios familiares y amigos de los cuatro
siniestrados, nada que haga pensar en un empeoramiento de su estado de
salud.
Eso sí, las inmediaciones del lugar donde se
produjo el impacto de la avioneta se convirtió en foco de atención de
muchos vecinos de la zona y curiosos.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2014/10/27/club-vuelo-creado-dar-rienda-suelta-pasion-volar/0003_201410V27C3995.htm
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